El pasado 1 de junio las parroquias de San Francisco de l'Altet y de Santa Ana de Valverde cumplieron un siglo de existencia. En dicho día de 1917 el obispo de Orihuela Ramón Plaza y Blanco aprobó una nueva demarcación de las tres parroquias históricas de la ciudad (Santa María, San Salvador y San Juan Bautista) e instituyó además dos parroquias rurales, formadas, una por las partidas de Altet y Balsares, y la otra por Valverde Alto y Bajo. A ellas se unía la de San Francisco de La Marina que, aunque trasladada en 1885 al actual núcleo de la partida, era la heredera de la parroquia del lugar de San Francisco de Asís levantado en el Molar a partir de 1748.

El extenso campo ilicitano tuvo una población relativamente escasa hasta el siglo XVIII. Sus habitantes se congregaban en heredades que albergaban a todos los miembros de una familia. Los padrones del cumplimiento pascual que conserva el archivo de Santa María, indican, por ejemplo, que en 1739 L'Altet contaba sólo con 5 feligreses, mientras que en Valverde vivían 29. A partir de la segunda mitad del setecientos, los habitantes del campo comenzaron a crecer: de un 11,2 % de población dispersa del municipio se pasó a un 47% en 1857. En dicho año en l'Altet moraban 404 ilicitanos, 299 en Valverde Alto y 506 en el Bajo.

También, en los años centrales del siglo XVIII se mencionan ya ermitas levantadas en los principales núcleos de nuestro campo para atender las necesidades espirituales de sus habitantes. El manuscrito de Josef Montesinos Compendio histórico oriolano (con un volumen dedicado a Elche, fechado en 1795), señala que la ermita de San Francisco de l'Altet fue edificada en 1729: «A dilatada distancia de la villa de Elche, en el pago o término llamado de Altet, paraje sano, llano y divertido, está la mediana y muy aseada iglesia o ermita rural, sin dotación alguna, dedicada al P. S. Francisco de Asís?». En su interior se veneraba un cuadro del santo titular. El edificio que hoy conocemos fue construido en 1864, aunque ha sufrido diversas ampliaciones y restauraciones.

La ermita de Valverde, por su parte, se dedicó a Santa Ana. Señala Montesinos que es «grande, capaz y hermosa, con su buen porche, sacristía y campana». Era oratorio rural sin dotación particular y todos los días festivos se celebraba misa sufragada por los vecinos de la partida. Aunque el manuscrito da como fecha de construcción el año 1749, todavía se conserva una campana de 1735 que perteneció al edificio primitivo. Además, en el caso de Valverde se produjo un traslado en la ubicación de la ermita en el último tercio del ochocientos. El templo original estuvo ubicado en el paraje que actualmente se conoce como «Ermita vella», pero ante su deterioro se decidió no reconstruirlo, sino levantar dos capillas nuevas, ambas dedicadas a Santa Ana, una en el caserío de Valverde Alto, que es la que actualmente conocemos, y otra en Balsares, para dar servicio a dicha partida con mayor comodidad. Testimonios recogidos entre los propios vecinos cuentan que, incluso, se sorteó la imagen de «l'agüeleta Santa Anna» de la ermita primitiva, que recayó en Balsares, mientras que Valverde tuvo que adquirir una nueva.

Un informe fechado el 15 de febrero de 1769 y firmado conjuntamente por un representante del obispo de Orihuela y otro del duque de Arcos, conservado en el Archivo Histórico Municipal, nos da una idea clara de las dificultades del capellán de la iglesia de Nuestra Señora de Loreto, en el castillo de Santa Pola, a la hora de atender a los vecinos de las partidas cercanas. Señala dicho informe que en total vivían 743 feligreses repartidos en un territorio muy extenso: el castillo y caserío de Santa Pola -todavía ilicitanos-, «las casas llamadas de Valverde» y las de Balsares. Además, dado que dicho territorio pertenecía a la parroquia de Santa María, aunque algunos sacramentos eran administrados en los oratorios de las partidas, las inscripciones correspondientes debían realizarse en los libros parroquiales de la actual basílica, con el consiguiente retraso. También hay constancia de que el clero de Santa María acudía a celebrar con solemnidad las festividades de los santos titulares de las respectivas ermitas.

Todo ello vino a mejorarse con la erección de San Francisco y Santa Ana como parroquias, con sus derechos y obligaciones y con sus propios libros de registro, que en el caso de Valverde se conservan íntegros. El primer párroco de l'Altet fue Juan Rubio Porta y, de Valverde Manuel Pomares Ceva, que en noviembre del mismo 1917 fue sustituido por Vicente Navarro Serrano. En 1952, una nueva reordenación, que creó las parroquias del campo de Elche que hoy conocemos, elevó las de l'Altet y Valverde a la categoría de las llamadas «de entrada».

Las parroquias de San Francisco de l'Altet, y Santa Ana de Valverde, son, sin duda, puntos de referencia importantes en el extenso y rico territorio ilicitano, que celebran con júbilo su primer siglo de historia. Una historia construida día a día, con esfuerzo y generosidad, como parte inseparable y viva de la iglesia diocesana.