Ni aplaudo ni me alegro, más bien lo siento. Comprendo que el peso de la vergüenza por ver los tickets de los gastos de las tarjetas black aireados a toda España pudiera ser el germen del suicidio de Miguel Blesa. Y eso que había empezado una nueva vida hace poco, junto a una mujer que podría haber sido su hija. Blesa fue en su momento hasta un icono de moda. Había estado en lo más alto durante tanto tiempo que posiblemente se despegara del suelo, por lo que la ignominia del paseíllo a la Audiencia Nacional, unido a la condena a seis años de prisión por lo de las tarjetas, tal vez fuera demasiado aterrizaje para él. Eso, y lo que le quedaba pendiente, nada menos que el caso de las preferentes, sin duda mucho más grave aún por la ruina que causó a muchos pequeños accionistas. Fue el símbolo de una generación emborrachada de éxito. DEP.

Y de un otrora intocable a otro, porque ya han visto lo de la detención de Ángel María Villar, esta misma semana. La larga duración de los cargos los lleva a su perversión, algo a lo que contribuyen sin duda también los palmeros, dado que Villar había sido reelegido por unanimidad hace sólo un par de meses. Lo de Villar me hizo solazarme, porque me aventuré a soñar por un momento con una España sin liga de fútbol. Pero me duró poco la ilusión, porque el fútbol pasa por encima de lo que sea, hasta de tener al presidente de la Federación Española e hijo en prisión provisional. No faltaba más. Otro caso lamentable, que además revela la lentitud de la justicia.

Así las cosas, lo único que de verdad me ha parecido una buena noticia esta semana es que el Tribunal de Cuentas pretenda sancionar a Artur Mas y sus secuaces a que paguen cinco millones de euros por lo del 9-N. Ahí sí que les han dado en toda la cresta. Al final los van a pillar por temas contables, como a Capone. Claro está que, al parecer, Puigdemont pretende pagarlo cobrándoselo a todos los catalanes, para lo que previamente la Generalitat tendría que aprobar el gasto, si no quiere ir de ilegalidad en ilegalidad. Así que puede que se dé la situación kafkiana de que incluso los que están en contra de la independencia acaben pagando la fiesta de los independentistas. Manda huevos, que diría Trillo.