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Joaquín Rábago

Socios incómodos

Son dos socios muy diferentes, pero que ponen a prueba, cada uno a su manera, los "valores democráticos" de los que tanto presumimos los europeos.

Me refiero a nuestro incómodo aliado de la OTAN, la Turquía musulmana de Recep Tayyip Erdogan, como a la católica Polonia de Jaroslaw Kaczynski: dos políticos de talante conservador y profundamente autoritario.

¿Puede la OTAN no suspender a un país como Turquía que, con el pretexto de una intentona golpista, encarcela sin juicio a miles de personas, entre periodistas, jueces, profesores, militares y defensores de los derechos humanos?

Conviene recordar que desde 1967 hasta 1974, la cuna de la democracia, su vecina Grecia, estuvo gobernada por un régimen militar sin que tampoco se suspendiese su participación en la alianza: su importancia estratégica al parecer lo desaconsejaba.

Es el argumento de realpolitik que ahora vuelve a utilizarse en el caso turco por la condición de cabeza de puente que tiene ese país entre Occidente y el alborotado mundo islámico.

Teme por otro lado la OTAN una excesiva aproximación de Ankara a Rusia, que tienta a Turquía últimamente con un jugoso contrato de armamento: un sistema de defensa antiaérea y el acceso a la correspondiente tecnología militar.

Aunque sin los intolerables extremos alcanzados por la represión turca, es también muy grave lo que sucede en Polonia, país que no es sólo miembro de la OTAN, sino también de la Unión Europea, un club al que le gusta hacer gala de sus valores democráticos.

Y es precisamente uno de los fundamentos de la democracia - la separación de poderes- la que peligra en ese país por la decisión del Gobierno de controlar a la judicatura como ha hecho ya con los medios de comunicación de titularidad pública.

El Parlamento polaco, donde tiene una mayoría absoluta el partido Ley y Justicia del superviviente de los hermanos Kaczynski, quiere una reforma de la Justicia que pone fin a esa separación.

En opinión de la presidenta del Tribunal Supremo, Malgorzata Gersdorf, con la aprobación de la ley de reforma de ese órgano, junto a la del resto de las piezas del sistema judicial polaco, se habrá acabado definitivamente con la independencia de la justicia.

Bruselas ha amenazado a Polonia con activar el artículo 7 y suspender incluso su derecho de voto por someter a los jueces a control político, pero Hungría, otro país de fuerte deriva autoritaria, ya ha anunciado que se opondrá a ello. ¡Toma democracia!

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