Las sobremesas veraniegas, sobre todo en la época canicular, se prestan más a la siesta ante el Tour de France, Wimblendon, o un documental sobre la sabana africana, que a cualquier actividad de índole física o intelectual.

Inmerso en ese sopor que proporciona la combinación del calor, la ingesta de alimentos y, como diría Gonzalo de Berceo, «...un vaso de bon vino», hace un par de tardes no me pareció momento de levantar un libro, así que me dediqué a consultar la web de transparencia del Ayuntamiento de Elche desde el sofá.

Como suele ocurrir cuando uno tiene la mente relajada, los pensamientos van fluyendo de un lugar a otro con asombrosa facilidad; de manera que, cuando consultaba los currículos y sueldos de concejales y asesores, me vino a la mente un poema de Luis de Góngora, nuestro gran poeta y dramaturgo del Siglo de Oro, máximo exponente de la corriente literaria conocida como «culteranismo».

El poema en cuestión, titulado Ándeme yo caliente y ríase la gente, es una «letrilla», es decir, un villancico de tono satírico, que se utilizaba para temas religiosos, rústicos o vulgares, pero que Góngora convirtió en un medio idóneo para expresar la sátira burlesca. Dice la primera estrofa de esta letrilla:

Ándeme yo caliente

y ríase la gente.

Traten otros del gobierno

del mundo y sus monarquías,

mientras gobiernan mis días

mantequillas y pan tierno;

y las mañanas de invierno

naranjada y aguardiente,

y ríase la gente.

Apretaba el calor, de modo que volví a la web de transparencia, bastante completa en honor a la verdad, y continué repasando el sueldo y los currículos del alcalde y los concejales. Por cuanto a lo segundo, creo que no cabe comentario alguno, pues los representantes elegidos por el pueblo en democracia, creo yo, no deben mostrar más mérito que servir al ciudadano con honradez, eficacia y dedicación. Si acaso, me llamó la atención que un número considerable de ediles no han tenido ocupación alguna al margen de la política.

En lo que se refiere a los emolumentos de nuestros cargos electos, y sabiendo que a muchos no les va a parecer bien lo que voy a decir, me parecen escasos. De hecho, si los comparamos con nuestro referente más cercano, el Ayuntamiento de Alicante, nuestro alcalde gana 4.000 euros menos al año, los concejales del equipo de gobierno 5.000 euros menos que sus homólogos de la capital, y los concejales con dedicación exclusiva de la oposición perciben unos 6.500 euros menos que los alicantinos.

El canto de las cigarras me transportó de nuevo a la poesía. Volví a la letrilla de Góngora, que es una versión satírica de un poema clásico, en concreto de Beatus ille, el segundo de los epodos de Horacio, que glosa y elogia la vida retirada. El título del poema es una expresión latina que significa «Dichoso aquél que...».

Beatus ille qui procul

negotiis,

ut prisca gens mortalium

paterna rura bobus exercet

suis, ...

Dichoso aquél que lejos de los negocios,

como la antigua raza de los hombres,

dedica su tiempo a trabajar los campos paternos

con sus propios bueyes, ...

A punto ya de caer en los brazos de Morfeo, me centré de nuevo en la página de transparencia. Esta vez en el apartado de «Personal eventual del equipo de gobierno y de los grupos políticos». Bajo este epígrafe, más que los sueldos, pues éstos son los equivalentes a los de los funcionarios del mismo grupo, nivel y complemento de destino, lo que me sorprendió fue los currículos.

Los partidos políticos cuentan, cada uno de ellos, salvo Ilicitanos por Elche que suele ir por libre en ésta y en otras muchas cuestiones, con un secretario de grupo. La catalogación de este puesto de trabajo es el correspondiente a un funcionario de nivel C1. A los empleados públicos se les exige una titulación de bachiller o técnico para ocuparlos; en el caso de nuestro Ayuntamiento, cuatro personas superan con creces esa titulación, pero una no la alcanza.

Capítulo aparte merece el análisis del personal adscrito al equipo de gobierno. Catorce en total, según la información del propio Consistorio. De las catorce plazas, ocho están catalogadas como A1 y seis como A2. Es decir, a un funcionario de carrera se le exigiría un título universitario de grado o equivalente. Cinco de ellos no satisfacen ese requisito y otro no aparece en la web municipal.

No pongo en duda su valía personal, en absoluto, pero sí les diría carpe diem, locus amoenus, tempus fugit; beatus ille...