Y entonces el jefe de la oposición le espetó al ministro del Interior «no hay nada fuera del debate político». El ministro era un metalúrgico de UGT repescado por Felipe González, y el opositor principal desde 1990 era Jose Mª Aznar. El ministro, José Luis Corcuera (1988-1993), vivió a partir de entonces un calvario de revelaciones sobre la supuesta «guerra sucia» contra ETA, informaciones propiciadas a la prensa por el excoronel Perote del CSID y que terminaron con el ministro Barrionuevo y su secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera en la cárcel. Las acciones terroristas contra supuestos miembros de ETA se iniciaron, al parecer, con los grupos ATE (Anti Terrorismo Eta) ya con Fraga en el Ministerio de Gobernación, al parecer ?otra vez? siguieron en la época de Suárez con Martín Villa, Rosón (UCD) y Barrionuevo y Corcuera (PSOE) e incluso en territorio francés. Cesaron cuando el presidente François Mitterand ordenó el final del «santuario etarra» en Francia. Felipe González debió explicárselo bien tras unas vacaciones de ambos en Doñana.

La lucha antiterrorista, con «guerra sucia» o sin ella, era una política de Estado, hasta 1990 en que Aznar avisa a Corcuera; todo vale para llegar al poder, por si no se ha entendido. No volvería a ser materia de consenso político hasta después de 1996. Con Jose Mª Aznar en la Presidencia, la política antiterrorista no fue objeto de enfrentamientos públicos. Aznar negocia con ETA, incluso les llama «movimiento de liberación nacional vasco», y la oposición no utiliza ni lo uno ni lo otro para desmarcarse de la política antiterrorista del Gobierno. Más bien respalda la búsqueda de una salida negociada a la violencia en el País Vasco. El último y lamentable intento del PP de Aznar por capitalizar la política antiterrorista fue con los atentados en los trenes de Atocha, escondiendo pruebas con tal de culpar a ETA, y sembrando durante los meses posteriores todo tipo de dudas sobre la investigación y la autoría de los radicales islamistas.

En febrero de 1996, Francisco Tomás y Valiente que había sido magistrado del Constitucional y presidente del mismo fue asesinado por ETA en su despacho en la Facultad de Derecho de Madrid. Ya se había retirado de la política y había rechazado anteriormente ser ministro de Justicia en los gobiernos de Felipe González. Tras su asesinato, Madrid vivió una de las mayores manifestaciones antiterroristas y de solidaridad con las víctimas. Las manos blancas de la sociedad civil llenaron las calles por vez primera. «Cada vez que matan a alguien nos matan un poco a uno de nosotros», había escrito en uno de sus últimos artículos. El vil atentado contra el concejal Miguel Ángel Blanco en julio de 1997 supuso una importante movilización en contra de ETA. Tras su muerte se acuñó el término «Espíritu de Ermua». Cuando con Zapatero en el Gobierno, el ministro Rubalcaba negoció y consiguió el alto el fuego definitivo de ETA, las hemerotecas dan testimonio de las acusaciones de traición y reproches que recibió del PP y en particular de su sector más derechista como Jaime Mayor Oreja, Esperanza Aguirre, o el periodista ultraderechista de Telemadrid de Aguirre, Hermann Terstch. Los tres son patronos de la Fundación Miguel Ángel Blanco promovida en 1997 por RTVE que donó para su creación los ingresos obtenidos durante el acto homenaje en recuerdo de Miguel Ángel Blanco. Entre sus objetivos está «perpetuar la figura de Miguel Ángel Blanco y lo que supuso en la sociedad su vil asesinato, así como la de todas las víctimas del terrorismo».

No he visto reservas, ni reticencias, en homenajear a las víctimas del terrorismo en ninguna institución. Sí las hay en que, utilizando a Blanco, las capitalice el sector derechista más recalcitrante, el mismo que ha roto en multitud de ocasiones, con Aznar al frente o en la tramoya, la unidad de la política antiterrorista. Nadie rechistó cuando TVE dedicó 1'9'' el pasado mes febrero al 20 aniversario del asesinato de Tomás y Valiente (http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/20-anos-del-asesinato-francisco-tomas-valiente/3486369/) pero resulta insoportable escuchar los reproches públicos de Mª del Mar Blanco a la alcaldesa de Madrid, y admirable la sensatez con que ésta le responde en privado. Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, fue fundadora del despacho laboralista de CC OO y una de las pocas supervivientes al atentado fascista de Atocha (1977), donde fueron asesinados y ametrallados sus amigos, y ella se libró porque había cedido su despacho. Lecciones de solidaridad con las víctimas, las justas.