Poco podía imaginarse Viriato que sus propios compañeros de sacrificios y esfuerzos le traicionarían para alcanzar una supuesta mejor posición con el Imperio Romano invasor. Para decepción de sobornadores y corruptos, su escarmiento llegó muy pronto y en el origen de la corruptela se forjó el castigo: «Roma no paga traidores; ejecutadles».

Nos encontramos ahora de nuevo con un invasor de «auto-dimensión autonómica», dispuesto a lo que sea con tal de salvar sus propias finanzas con el siempre bienvenido maná público de las asignaciones económicas de la Ley de Participación Institucional. Por supuesto, cuando uno se juega la supervivencia está dispuesto a todo y si además ha estudiado en la escuela de «compra de voluntades» que ha lanzado en los últimos tiempos más eméritos que todas las universidades de la Comunidad Valenciana juntas, pues con mayor motivo.

Por cierto, ¿cuán legitimado para manejar fondos públicos está quien viene sancionado por el Banco de España por sus responsabilidades al frente de la SGR?, ¿quebrar o quasi, las principales instituciones que representaba, es lo que legitima para una buena gestión ahora? ¿Cuáles son las empresas en las que participa y cuánto está cobrando por ello, por la gestión a tiempo completo que realiza? ¿No era vicepresidente de «casi todo», CIERVAL (R.I.P.) incluida? ¿Estas son las credenciales?

Es muy triste ver que no ha cambiado nada. ¿Pero cómo va a cambiar, si el modelo de arrendamiento de palmeros al servicio de la Administración Pública sigue más vigente si cabe que antes? Es evidente que ni existía, ni existe, ni existirá voluntad política de solucionar el problema.

Ahora con el nuevo presidente proyectado para la patronal autonómica, el nuevo Consell ha encontrado lo que buscaba: servilismo y sumisión a cambio del apoyo que recibirá a su «golpe de estado» dentro de las patronales de la Comunidad Valenciana. Es curioso que si esto hubiese pasado con el PP, los ahora gobernantes se hubiesen rasgado las vestiduras diciendo «nosotros cambiaremos eso». Ja, ja, ja. Vosotros no cambiáis nada, solamente exhibís vuestra incapacidad de hacer nada bueno para las empresas y en particular para las PYMES, «todo lo que prometisteis, se os olvidó» como dice la canción; planes de rehabilitación, cumplimiento de la ley de morosidad, fraccionamiento de los grandes contratos para acceder las PYMES, exigencia de la transparencia a los que dependen de fondos públicos, etcétera, etcétera.

Los que estaban en la oposición cuando llegan al gobierno dicen «agrúpense» para su comodidad y para hacer lucir mejor el poco dinero que destinan a estos palmeros mal encarados que no sienten pasión por los colores que ahora les toca lucir. No es de extrañar que haya una superpoblación de agrupaciones alrededor del Palau de la Generalitat, al olor de la sardina de los presupuestos autonómicos. Esto es así desde que el mundo es mundo y desgraciadamente cotizan a la baja la integridad y la independencia, por no decir que está muy infravalorado tener la razón y mantenerla, antes y ahora. Me atrevo a decir que no hay más corrupción, sencillamente porque no hay dinero público que «administrar», porque si lo hubiese veríamos quién desfilaba ahora a Fiscalía.

Pero lo más triste es que la verdadera perjudicada en todo esto sea nuestra provincia de Alicante, en todos los sentidos: en la marginación inversora constante, tanto desde Madrid como desde València y sobre todo ahora que la hoja de ruta señala: «matar» la provincia. A unos (gobernantes) porque les molesta el concepto para su hoja de ruta soberanista / separatista y a otros (empresarios valencianos) porque se liquidan la competencia de una provincia que pese a la marginación que viene sufriendo, se ha mantenido entre las 4 o 5 primeras de España en aportación al PIB, cuando recibe en inversiones un lamentable puesto 44.

Esto se puede llamar como se quiera, incluso victimismo alicantino, pero da igual, cuando se acabe el rumor de las palabras, quedarán las realidades y Alicante será una sombra de lo que pudo ser por capacidad propia, subyugada y defenestrada por la ambición de unos pocos, la traición de otros y la inacción de los espectadores, que parece que esta provincia es de otros y no suya.

Los «vendepatrias» que son capaces de entregarse en manos de cualquier imperio sólo por mantener sus prerrogativas, deberían estudiar historia y darse cuenta que nunca se ha dado el caso de que la traición resulte premiada, por mucho que en su momento se ofrezcan promesas sin cuento a los renegados. Habría que ver cuál es el futuro de tantos «empresarios» alicantinos que están vendiendo las organizaciones que manejan a los que ahora reparten el bacalao en los alrededores del Consell. Los nombres están en prensa, así que no voy a citarlos hoy.

Su fin último resultará el escarmiento, porque ¿quién se va a fiar del que vendió a los suyos anteriormente? Roma «nunca» pagó a traidores y Alicante, la provincia, no va a olvidar a quienes la traicionaron. (Más adelante reflexionaremos sobre todo esto de forma más extensa). València, obviamente, tampoco pagará traidores, al tiempo lo veremos, pero además, que no olviden en València que Alicante no es la única provincia que se resistirá, también está Castellón que, lógicamente, ya va dando síntomas de que tampoco quiere que la conviertan en un mero barrio de Valencia y eso, a los políticos, les va a gustar muy poquito.