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Bartolomé Pérez Gálvez

La otra historia

Prevenir el consumo de drogas no es una prioridad presupuestaria para un gobierno ¿de progreso? que destina más dinero a los parques caninos que a luchar contra este problema entre los jóvenes

Siempre he sido muy crítico con ese tótum revolútum al que denominan «ocio alternativo», como medio para prevenir el consumo de alcohol y otras drogas entre los adolescentes. Debería ser cosa seria y, por el contrario, suele acabar convirtiéndose en una amalgama de actividades inconexas y de dudosa eficacia. Más allá de su teórica utilidad preventiva -que puede llegar a tenerla, por supuesto-, en el Ayuntamiento de Alicante ha protagonizado el último rifirrafe entre gobierno y oposición. Un tema feo, en el que se junta la mala gestión con un profundo desconocimiento de la materia. En fin, una forma nada productiva de celebrar el Día Mundial contra las Drogas.

El tripartito ha hecho público que la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas reclama la devolución de 203.220 euros concedidos como parte de la subvención al programa «Tu Otra Historia», durante los años 2012, 2014 y 2015. En concreto, 173.623,15 euros, y casi 30.000 más en concepto de intereses. O, en otros términos, la mitad de la ayuda otorgada al Ayuntamiento de Alicante en esos años. A juicio de la delegación territorial de la Intervención General del Estado, el destino final del dinero se alejó bastante del objeto de la subvención. El desvío tiene mayor gravedad, si cabe, tratándose de unas ayudas económicas procedentes del Fondo de Bienes Decomisados por tráfico de drogas y otros delitos relacionados, desvirtuando la naturaleza de este mecanismo de financiación.

Según denuncia la actual concejala del ramo, Marisol Moreno, el último gobierno municipal del PP se gastó la subvención en conceptos bien distintos a los que corresponderían a la prevención de las drogodependencias. El expediente abierto por la Intervención Territorial concluye que, bajo la dirección de Pablo Sandoval -actual asesor de César Sánchez, en la Diputación Provincial-, la concejalía se gastó los fondos concedidos en contratar empresas de animación y realizar estudios, totalmente ajenos a la prevención del consumo de alcohol y otras drogas entre los adolescentes. Hasta los viajes a Tabarca, con una comisión fogueril, fueron considerados como actividad preventiva. Como les decía, todo vale en este cajón de sastre del «ocio alternativo».

Reconozco que poco más de 200.000 euros no dañarán en exceso la maltrecha economía municipal. Cuando menos, no tanto como esos 24 millones a los que nos condena pagar el TSJCV, por obra y gracia de la licencia urbanística que Alperi y Castedo otorgaron para construir en El Plantío. Esta nueva púa, aun siendo menor, duele más porque acaba deteriorando la pírrica dotación presupuestaria de la prevención de las drogodependencias. Y, cuando más de la tercera parte de los adolescentes alicantinos anda enganchado a una u otra droga, no hay razón alguna que justifique tanto desatino.

Ahora bien, el asunto va a tener más miga de lo que parece. Los populares han reclamado todos los documentos del expediente porque Moreno solo ha sacado a la luz aquello que le ha interesado. Desde el PP quieren saber qué se ha hecho mal -supongo que para justificarlo, por supuesto- y cómo se ha defendido la posición municipal frente al criterio de Hacienda. Sin dar su brazo a torcer, siguen insistiendo en que todo lo financiado es prevención y que cumplen con los criterios del Plan Nacional sobre Drogas. Y es posible porque, como les decía, esto del «ocio alternativo» es tan agradecido que igual puedes incluir un taller de autoestima que un curso de macramé o de observación de marmotas.

Del lío montado, a un servidor le preocupan un par de asuntillos. De una parte, el genérico: ¿quién diablos responde por la mala gestión económica? Vaya, si finalmente se corrobora que la Intervención del Estado tiene razón, supongo que alguien reclamará el daño patrimonial al responsable último del desaguisado. Así suele actuarse cuando el perjuicio lo genera un funcionario y, por tanto, entiendo que la respuesta debe ser la misma si se le atribuye al cargo político de turno. Esas chorradas de las «responsabilidades políticas» pueden dejarlas para las comisiones de investigación, pero un servidor prefiere ser resarcido de lo que debe pagar para compensar las mamonadas de tanto inepto. Ya es un acto de fe asumir que no hay conciencia previa de su mal proceder. No nos pidan más e identifiquen al responsable último del desaguisado. Echen cálculos de lo que le va a costar a cada familia alicantina esos 24 millones de euros que les decía anteriormente. Porque los pagamos nosotros, esa parte de la ciudadanía que suelta la mosca y paga impuestos.

En lo específico, hay algunos aspectos que preocupan del sarao que se deja entrever. La prevención de las drogodependencias en el Ayuntamiento de Alicante empieza a destacar por su ausencia. Al margen de denunciar la mala gestión del pasado y llegar a sus últimas consecuencias, el tripartito -o, más bien, Compromís- debería preocuparse por no repetir errores. De entrada, habrá que recordar que prevenir el consumo de drogas no es una prioridad presupuestaria para un gobierno ¿de progreso? que destina más dinero a los parques caninos que a disminuir el consumo de drogas entre los jóvenes. No es demagogia, sino los fríos datos presupuestarios. Y cuidado con destrozar todo lo bueno que existía, que era mucho. Se echa en falta esa atención personalizada a los menores consumidores que constituía el punto fuerte de la labor preventiva del ayuntamiento. Con el actual equipo de gobierno, el más importante servicio ofertado se ha ido al garete. Esa es la realidad que también debe recordarse y por la que, igualmente, habrá que dar explicaciones en algún momento.

Marisol Moreno hace lo correcto cuando comunica el desvío de fondos que detecta la Intervención. Ahora bien, también debería repasar el contenido del programa en los años en que ha estado bajo su responsabilidad, no vaya a ser que nos encontremos más de lo mismo. Poco ha cambiado y da la impresión de que, con dinero para prevenir el consumo de drogas, se han seguido financiando actividades que poco o nada tienen que ver con el problema que nos ocupa. Les decía que esto del «ocio alternativo» funciona cuando se hace bien, con rigor metodológico y, aunque solo sea por haber acumulado cierta experiencia, permítanme que ponga en duda que esos criterios se estén cumpliendo.

Después de 13 años con el programa de marras, va siendo hora de conocer cómo ha sido evaluado hasta la fecha y cuáles son sus resultados. Y, de paso, conocer si realmente existe alguna política de prevención en este ayuntamiento, que permita coordinar esfuerzos entre las distintas concejalías implicadas. Porque cada vez se evidencia más la relación entre el caos de políticas preventivas y el agravamiento progresivo del consumo, entre los adolescentes alicantinos.

A ellos les interesa los documentos; a mí, los resultados. Esa es la otra historia que debiera preocuparnos.

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