Cuando, el pasado 20 de junio en este periódico, leí que se va a llevar a cabo un nuevo trabajo sobre la obra de Emilio Varela, me alegré muchísimo, pues, como es sabido, he luchado intensamente por la divulgación del conocimiento de la pintura del mejor artista de la Comunidad Valenciana de la primera mitad del siglo XX, siempre con la intención de romper el silencio al que estaban sometidas la vida y la obra de este espléndido pintor.

En 2004, publiqué un pequeño ensayo sobre su pintura ( La deuda. A propósito de la obra de Emilio Varela), prologado por el entonces director del Reina Sofía Juan Manuel Bonet a quien, unos meses antes de su cese como director de ese museo, visité en su despacho pudiendo, así, comprobar las fechas que ya estaban reservadas para una exposición de Emilio Varela en el Reina Sofía como consecuencia de aquel primer encuentro de Bonet con la obra de Varela. Una exposición que no llegó a realizarse al producirse el cese de Bonet antes de haberse cerrado el compromiso.

También organicé con Manuel Alcaraz, entonces director de la Sede de la UA en Alicante, un ciclo de conferencias sobre Varela que incluía la publicación de los textos de los conferenciantes invitados: Santiago Varela, Juan Manuel Bonet y yo mismo. Una sala de la Sede toma el nombre de Emilio Varela desde entonces.

Posteriormente, en 2010, junto a Rosa Castells, directora en funciones del MACA, promoví y comisarié la exposición «Emilio Varela, pintor universal» con el patrocinio del Consorcio de Museos, con el apoyo de colecciones públicas y de coleccionistas privados, y con la colaboración de otros muchos profesionales, como Juan VanDer, las restauradoras municipales, otros historiadores y críticos -como el entonces director del Reina Sofía Juan Manuel Bonet, Delfín Rodríguez, Miguel Cereceda, Piqueras, Rosa Monzó y Santiago Varela -, y de otros artistas -como los dibujantes e ilustradores, Pablo Auladell y Ladrón-.

Aquella exposición, que reunió más de 200 obras y visitaron más de 20 000 personas en Alicante, se proponía conseguir para Varela no solo la consideración de pintor extraordinario que merece, sino además que su persona y su obra sobrepasaran el mero -y para el mérito del pintor, estrecho- ámbito provincial. Es necesario dejar aquí indicado que, sin tener en cuenta aquella exposición de una obra en buena medida inédita y desconocida para la mayoría, y sin los correspondientes trabajos de catalogación, documentación, exploración de archivos y hemerotecas, y la publicación de la completa biografía de Varela realizada por Rosa María Castells, hoy no se puede hablar de Varela con conocimiento de causa.

Sin embargo aquella exposición no quería ser solo «aquella exposición»: la memoria completa del proyecto que se presentó al Consorcio de Museos contemplaba un amplio número de propuestas complementarias, más de treinta eventos que se quedaron sin realizar «por falta de presupuesto». Como, por ejemplo: la «relación de Varela con la prensa»; «exposiciones temáticas, individuales y colectivas, de artistas plásticos, poetas, músicos en torno a Varela»; varios y diferentes «ciclos de conferencias»; las «rutas Varela», unos recorridos por los lugares y encuadres de los pueblos y parajes de la provincia y la ciudad de Alicante que Varela plasmó en sus lienzos; una «estatua de bronce»... De todo aquello surgió la idea de Juan Antonio Roche de crear un museo o centro de arte alrededor de la pintura de Emilio Varela; idea que, junto con el de Rosa Monzó, contó con el apoyo de otras personas que, conjuntamente, organizamos una petición oficial demandando un futuro Museo Varela que colocara a nuestro pintor a la altura de sus méritos como el artista que situó a Alicante en la modernidad; y eso para, desde ahí, retomar el proyecto de conseguir una exposición en el Reina Sofía, un objetivo inexcusable para conseguir que Varela alcance lo que merece.

Es decir, la exposición de 2010 conllevaba -o debía haber conllevado- todo un abanico de iniciativas unidas a y derivadas del mismo y amplio proyecto, del que solo se pudo llevar a la práctica «aquella exposición», una de las más caras realizadas por el Consorcio de Museos en Alicante y que... tampoco pudo viajar, como debería haber hecho, ni a Valencia ni a Castellón.

La pasada semana, cuando comencé a leer en este mismo periódico el texto sobre Varela con el anuncio de un nuevo proyecto sobre él y su obra, tuve la sensación de que las instituciones estaban haciendo al fin lo que deben (y pienso que, en parte, tengo alguna responsabilidad en que se retome cíclicamente su estudio).

Sin embargo, cuando llegué a leer las declaraciones del comisario responsable de este nuevo proyecto, observé que hablaba, sin más, de «la mucha obra» ofrecida por la exposición de 2010 -cosa que podría quizá interpretarse como un demérito-, pero sin tener en cuenta que era imprescindible mostrarla en toda su amplitud, sobre todo para que se pudiera apreciar el extenso trabajo que realizó Varela y la complejidad de un artista que sobrepasaba lo hasta entonces expuesto en los homenajes anteriores, que siempre recurrían a las mismas y escasas obras: se trataba, pues, de enseñar la dimensión de «toda» su obra en los diferentes tiempos y etapas de la pintura de Varela. Y además, curiosamente, el proyecto sobre Emilio Varela presentado el pasado martes en INFORMACIÓN por su comisario y la directora en funciones del MUBAG coincide en varios puntos con los que se presentaron y guardan el Consorcio de Museos y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, de entre todos los cuales solo cuajó la exposición de 2010.

Nadie tiene la exclusividad de las ideas, pero antes de nuestro mencionado proyecto nunca se habían propuesto estas. Y entiendo que todo trabajo de investigación ha de tener en cuenta lo realizado previamente, pero también debe citar sus fuentes e interpretar los hechos correcta y objetivamente: nada arranca nunca de la nada y, sin la exposición de 2010 y el proyecto del que aquella exposición nació, no sería posible, parece, este nuevo proyecto...