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Panorama de una guerra innecesaria

penas unas horas después de que finalizara el congreso federal del PSOE del pasado fin de semana, Pedro Sánchez y Ximo Puig volvieron a hablar por teléfono después de la breve conversación que habían tenido antes de la sesión de clausura del cónclave como única consulta del nuevo «jefe» del PSOE al líder de la segunda federación más importante del partido en toda España. En esa segunda llamada telefónica sí entraron en harina y hablaron de la guerra por el control del PSPV con el duelo «a cara de perro» que se preparan para librar el presidente de la Generalitat y el alcalde de Burjassot, Rafa García, un dirigente próximo al nuevo secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, y candidato de los «sanchistas». En síntesis: Pedro Sánchez le garantizó en esa conversación al responsable del Consell que sería «neutral» en todo el proceso.

Esa misma tarde, dos miembros de la nueva ejecutiva federal de Sánchez -el ilicitano Alejandro Soler y la castellonense Susana Ros- se ponían en la «foto» de presentación de la candidatura de Rafa García. Un acto en el que la inmensa mayoría de los que participaron son personas de la confianza de Ábalos, todavía en estos momentos secretario provincial de València y mano derecha de Pedro Sánchez. Y todo ello avivado desde Madrid por el nuevo portavoz de la ejecutiva federal y alcalde de Valladolid, Óscar Puente, que se dedica, día sí y día también, a poner en cuestión la legitimidad de presidentes autonómicos como Puig o el aragonés Javier Lambán. ¿Qué tiene que ver entonces Pedro Sánchez con esta operación? Todo. Está metido hasta el cuello. Su objetivo es acabar con el titular de la Generalitat. Ni más ni menos. No hay más preguntas, señoría.

A dirigentes que preparaban la operación de Rafa García desde hace ya varios días -hace una semana el alcalde de Burjassot se presentó en una cena en Sant Joan d'Alacant con la plana mayor del «sanchismo» alicantino- no les agradaba la idea, sin embargo, de que ese movimiento se identificara de forma tan directa la intervención de Ferraz. Creían que podía ser contraproducente para las aspiraciones de vencerle a Puig. En el PSPV nunca se ha aceptado demasiado bien esa sensación de tutela desde Madrid. Pero, sin embargo, ya parece tarde para cambiar esa percepción. La guerra por el control del PSPV se ha convertido en un pulso directo entre Pedro Sánchez y Ximo Puig. Y ahora la dirección federal del PSOE, sin ninguna necesidad en tanto que hubiera tenido en su mano llegar a un acuerdo de paz con el presidente de la Generalitat a cambio de lealtad, se arriesga a estrenar su mandato con una derrota. Lo que no logró Susana Díaz lo podría conseguir ahora Ximo Puig en la Comunidad. Aumentaría su papel como referencia dentro del PSOE. Pero al titular del Consell no le interesa demasiado ese papel. A Puig lo que más le preocupa es el gobierno del Botànic y la estabilidad de su gestión política.

Así que lo cierto es que, en estos momentos, la batalla, al margen de innecesaria porque no hay nada que pueda justificar a día de hoy poner en riesgo un gobierno con tanta complejidad, por contra, es imparable. Y eso obliga a analizar el tablero de juego al que se enfrentan unos y otros partiendo de la base de que el resultado, como admiten desde los dos bandos, puede ser ajustado. Los «sanchistas» tienen su gran bastión en València merced al control del aparato provincial de José Luis Ábalos. Están teniendo «fugas» como, por ejemplo, la de Manuel Mata, síndic en las Cortes; la consellera Carmen Montón; o miembros de Izquierda Socialista. En Castellón, el entorno del presidente espera mejorar posiciones y Alicante es un territorio en el que juegan las dinámicas locales. En la capital, con excepciones, al bando «sanchista» se alistarán la mayoría de los que están contra Ángel Franco. Y en Elche se apuntarán con Ximo Puig, los que estén contra Alejandro Soler. Grupos que votaron a Patxi López también están dispuestos a respaldar al presidente de la Generalitat.

El «sanchismo» confía en llevar a Rafa García al despacho principal de Blanqueries encima de la ola que empujó a su líder a vencer en las primarias del PSOE en la Comunidad Valenciana con más de 35 puntos de diferencia frente a la presidenta de Andalucía, que tenía el respaldo de Ximo Puig. Desde luego, si el bloque que controla Ábalos es capaz de mantener esa ventaja en la provincia de València, tendrá gran parte del camino recorrido. En esta tesitura, el trámite de las firmas -los dos precandidatos deben recoger algo más de 1.800 avales antes del 2 de julio- puede marcar un punto de inflexión en este proceso. O confirma que los «sanchistas» mantienen gran parte de los apoyos que tenían; o le conceden al presidente de la Generalitat la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla en las primarias del próximo 16 de julio.

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