Escribía un autor anónimo y cantaba Emilio José aquella copla que decía:

«Ni contigo, ni sin ti,

tienen mis males remedios.

Contigo porque me matas.

Sin ti porque yo me muero».

Lo que esta letra viene a poner de manifiesto es que en la pareja de la copla existe lo que ahora se ha dado en denominar Tensión Sexual No Resuelta, en adelante TSNR, por abreviar.

La TSNR siempre ha existido, aunque no la designáramos con tal epíteto, y se da entre personas que no quieren, o no deben en principio gustarse y a veces ni tan siquiera «caerse bien».

Pero no lo puedes evitar. Cuando ves al ser que debe ser ignorado y te aumenta el flujo sanguíneo, te cosquillea el estómago, te entra taquicardia, te vuelves torpe, sudas y tartamudeas, inequívocamente estas teniendo un ataque de TSNR.

El cerebro recibe esta tensión activando el sistema límbico, que es el área que regula tanto el placer como el dolor.

En este fenómeno tiene que ver mucho la dopamina, sustancia liberada por el cerebro y que cumple funciones de neurotransmisor en el sistema nervioso central. Coordina la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o goce ya que regula el aprendizaje por condicionamiento.

Las neuronas dopaminérgicas responden cuando se les presenta una recompensa imprevista y cuando el premio esperado se omite, las neuronas se deprimen y por tanto son vitales en la regulación del humor.

Antes de saber tanto como sabemos ahora, hubiéramos pensado que era el caprichoso Eros, el tentador Belcebú o el destino, el responsable de sufrir una TSNR.

La Biblia ya nos transmite un caso de TSNR, desde la creación del hombre y su posterior mujer. Sin duda Adán y Eva la sufrieron, si no ¿a qué el empeño de comer de la fruta prohibida, cuando estaban gozando del paraíso?

En el cine, ¿quién no se electrocutó por el alto voltaje de TSNR en blanco y negro entre Rick e Ilsa en «Casablanca»? Para el espectador este fenómeno es adictivo y por ello lo usan constantemente a fin de tenernos enganchados a las series. ¡A ver si por fin se enrollan los protagonistas, que vamos por la sexta temporada!

Normalmente este tipo de sentimiento es negado, al menos por una de las dos partes, aunque desde fuera se nota a la legua.

Y por eso de que se nota y hace mucho calor que seguro me está afectando, en el panorama político actual, en el que las mayorías absolutas parecen haber pasado a excepcionales, y se manda en coalición. ¿No creen que algo parecido a una TSNR existe en los bipartitos, tripartitos y sucesivos cuantostitos? Por aquello de que no quieren o no pueden en principio gustarse, pero están abocados a encontrarse.

Como seguiría cantando Emilio José:

«Quisiera verte y no verte.

Quisiera hablarte y no hablarte.

Quisiera no conocerte.

Para poder olvidarte».

La capacidad de tomar decisiones es una de las cualidades que nos hacen esencialmente humanos, y cada uno es responsable de cómo las gestiona. Los forzados compañeros de gobierno no deben de perder de vista que por razones objetivas, proyectos y compromiso común con el ciudadano, están obligados a entenderse, porque son los responsables de administrar un buen gobierno para todos.

El síndrome de la TSNR, bien tratado, da mucha satisfacción, motiva y sube el ánimo. Mal resuelta lleva al desastre.

La dopamina, además de las ya mencionadas funciones, tiene un importante papel en la toma de decisiones y resolución de los problemas.

Les deseo un subidón de dopamina bien resuelta a nuestros políticos.