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La bicefalia

Hice la nueva ejecutiva de Pedro Sánchez para ponerle la proa a Ximo Puig y apartarlo de la secretaría general del PSPV que es necesario separar el poder orgánico del mando institucional. Lo que plantean, de forma legítima, José Luis Ábalos, el valenciano que es el nuevo jefe del «aparato» de Ferraz; y el alcalde de Valladolid y nuevo portavoz del PSOE, Óscar Puente, es una «bicefalia» clásica con una cabeza, en este caso, en el Palau de la Generalitat y otra en la sede socialista de Blanqueries. Quiero entender que, para mantener ese mismo grado de coherencia, Pedro Sánchez abandonará de inmediato la dirección del PSOE en el caso de que Mariano Rajoy convoque elecciones generales y el líder socialista se convierta en el candidato a la presidencia del Gobierno. Una ambición que ya explicitó en el discurso de clausura del 39 congreso federal del PSOE. «Ponemos rumbo a la Moncloa», proclamó Pedro Sánchez como lema publicitario. En las filas socialistas no existe tradición de «bicefalia». Sólo hay un ejemplo en toda España que funciona de verdad: en el País Vasco con el presidente del PNV y el lehendakari de turno. Relación que parte de un respeto institucional absoluto al gobierno. Todos los intentos que se han hecho dentro del PSOE - Almunia y Borrell, sin ir más lejos- se saldaron con fracasos estrepitosos. Al final la cuestión nada tiene que ver con separar el poder orgánico del institucional, ni con esa legítima «bicefalia», ni siquiera con mejorar el PSPV. Es una batalla por el poder: copar las próximas listas. Ocurre, sin embargo, que los socialistas gobiernan después de 20 años esta Comunidad. Y ahora todos esos problemas afectan también a la gente. Con eso no deberían jugar.

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