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Joaquín Rábago

Electorado manipulado

Lo explica el lingüista y activista estadounidense Noam Chomsky con la claridad que acostumbra: los poderes económicos buscan crear un "electorado desinformado", que tomará decisiones "irracionales, muchas veces contrarias a sus intereses".

¿No lo vemos aquí, en la España de la corrupción, pero también en otros países de nuestro entorno todos los días? Imposible construir una democracia digna de ese nombre con ciudadanos manipulados por la incesante propaganda.

La industria de las relaciones públicas organiza las campañas electorales de tal forma que a los ciudadanos se les ofrece espectáculo, ilusiones y personalidades en lugar de substancia: se busca convertirlos en meros "espectadores" en vez de "participantes". (1)

Ya a mediados del siglo XVIII, el filósofo David Hume expresaba su sorpresa por "la facilidad con la que la mayoría es gobernada por los pocos" y por "la sumisión con la que los hombres resignan sus propios sentimientos y pasiones a quienes los gobiernan".

Y, como la fuerza está siempre del lado de los gobernados, dado que son mayoría, los gobiernos, ya despóticos o populares, señalaba Hume, sólo pueden ejercer su poder si controlan nuestra opinión, tarea enormemente facilitada hoy, añadimos nosotros, por la industria de relaciones públicas.

Consecuencia de todo ello es que, como señalan en un estudio referente a EEUU los politólogos norteamericanos Benjamin Page y Martin Gilens, aproximadamente un 70 por ciento de la población de ese país no tiene influencia alguna en las decisiones políticas que allí se toman.

Como señala Chomsky, la política gubernamental está diseñada para "aplicar el poder estatal y de los elementos dominantes en la sociedad, lo que equivale sobre todo a los grandes grupos empresariales". El bienestar de la ciudadanía, en cambio, "es secundario y a veces ni se tiene siquiera en cuenta".

Eso explica el "enorme antagonismo" que siente el ciudadano medio estadounidense hacia todas las instituciones - el Congreso, la presidencia, las grandes corporaciones, los bancos- y que alcanza incluso al mundo científico.

Y si en Estados Unidos hay "movilización popular y activismo", éste adopta "una dirección autodestructiva" y se traduce en "odio, ataques mutuos o contra grupos vulnerables" como, por ejemplo, los inmigrantes.

Ello explica, escribe Chomsky, el fenómeno Donald Trump: éste fue aupado por ciudadanos "enfadados con todo", y cada vez que el actual presidente hace algún comentario repugnante, aumenta su popularidad porque ésta "se funda en el odio y en el miedo".

Para documentar la enorme mentira de quien se presenta como el defensor de los trabajadores estadounidenses bastan unos datos:

En 5.000 millones de dólares se calcula la fortuna que acumulan los más estrechos colaboradores de Trump, de los cuales 700 millones corresponden sólo a su yerno, Jared Kuschner.

2.2 billones podría perder el fisco estadounidense en los diez próximos años por la rebaja del impuesto de sociedades que planea el presidente, a los que habría que sumar otros 200.000 millones si se elimina el de sucesiones.

Frente a cifras tan escandalosas, 14 millones de norteamericanos podrían quedarse sin seguro médico si la reforma que planea Trump del llamado Obamacare es finalmente aprobada por el Congreso.

(1) "Requiem for the American Dream" (Réquiem por el sueño Americano". Ed. Seven Stories Press

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