Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El barco de los cirujanos

Anoche tuve la suerte de ver, por casualidad, un programa en La 2 que dignificaría cualquier televisión pública; dentro de Documentos TV se emitió el llamado El barco de los cirujanos y, francamente, me reconcilió con el mundo. El África Mercy, que así se llama el barco, es el hospital flotante más grande del mundo, donde voluntarios sanitarios de más de cuarenta países se embarcan durante meses para salvar a cientos de pacientes desahuciados; lleva más de veinte años bordeando la costa occidental de África para ofrecer diagnósticos e intervenciones quirúrgicas a los habitantes de los países más pobres de la zona, que sufren todavía enfermedades y patologías superadas hoy en el primer mundo, que desfiguran, se propagan e incluso matan. Personal sanitario de todo el mundo dejará su vida confortable en sus países de origen para, en este caso en Guinea, diagnosticar y realizar más de tres mil intervenciones quirúrgicas por lo general con éxito; grandes tumores, deformaciones congénitas, heridas de guerra... son algunas de las patologías que los cirujanos abordan en los cuatro quirófanos del barco, financiado exclusivamente a través de donaciones. Y había que ver las caras de asombro de los pacientes, especialmente las de los niños, al verse liberados total o parcialmente de sus deformaciones o afecciones crónicas que sólo les permitían malvivir, y en muchos casos a la espera de un final seguro; y no digamos las caras de satisfacción de los sanitarios que realizaron las proezas.

Tanto esfuerzo, tanta entrega y tanta generosidad se enfrentan a la locura del fanatismo terrorista que, unas horas antes, provocó una masacre en la ciudad inglesa de Manchester, justo al final de un concierto de la cantante norteamericana Ariana Grande, con el resultado de 22 muertos (muchos de ellos niños) y sesenta heridos; el responsable, un joven inglés de origen libio, pone en solfa al mundo mediante la autoinmolación, haciendo explotar en el vestíbulo del Manchester Arena, donde se llevaba a cabo el concierto, un artefacto casero consistente en una botella llena de clavos y líquido inflamable que provocó la tragedia. Es la otra cara de la moneda de un mundo enloquecido, la solidaridad y la entrega frente al fanatismo, en este caso en nombre de Alá. Y ya pueden los gobiernos armarse hasta los dientes para proteger a sus ciudadanos de actuaciones criminales porque, en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento puede aparecer un demente, motivado por razones político-religiosas o no, que vuelque su demencia o su fanatismo provocando tragedias como la que nos ocupa. Lo terrible es comprobar la violencia latente hasta en nuestra normal vida cotidiana; no salgo de mi asombro al comprobar las reacciones que un hecho tan poco significativo -comparado con las grandes tragedias mundiales- como ha sido la elección del nuevo secretario general de los socialistas españoles, ha provocado en muchas personas de mi entorno, para quienes Pedro Sánchez, el secretario electo por votación de los militantes, es «el diablo vestido de Prada», con rabo incluido.

¡Qué difícil es aceptar la democracia! Así que solo encuentro una forma de intentar reconducir conductas, y es a través de la cultura y, sobre todo, mediante la educación; es ahí donde los gobiernos de todos los países deberían emplearse a fondo para crear mentes lúcidas que sin duda nos conducirán a una convivencia pacífica. Las ONG, en cualquiera de sus muchas y variadas vertientes, juegan un papel fundamental en este mundo convulso; y el barco de los cirujanos no es sino un ejemplo de ellas. Pero? ¿será posible que un día desaparezcan, por innecesarias, todas las organizaciones sin ánimo de lucro que hoy son casi imprescindibles? Educación, igualdad, solidaridad. Esa es la solución.

Post Data. Hoy se cumplen dos años de la celebración de las elecciones municipales que llevaron a que la ciudad de Alicante pasara a ser gobernada por un tripartito de izquierdas. Y sin vender una escoba. Basta de peleas y pónganse de acuerdo de una vez para defender la ciudad los dos años de legislatura que quedan. Porque no es eso, señores, no es eso.

La perla. «Ahora entiendo que mi bienestar sólo es posible si reconozco mi unidad con todos los pueblos del mundo sin excepción» (León Tolstoi)

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats