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Milagro o Nebraska

Si el fútbol fuera como el quidditch, el deporte que levanta pasiones en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería donde estudia Harry Potter, el partido Las Palmas-Barça habría terminado en el momento en que Neymar empujó a la red un delicado pase de Suárez, que a su vez había recibido el balón de Iniesta, que estaba en el lugar adecuado cuando Busquets agradeció con un taconazo un robo de balón de Marlon. Un partido de quidditch termina, con independencia del tiempo transcurrido y del resultado, cuando un jugador atrapa la snitch dorada, una velocísima pelotita algo mayor que una nuez. Un partido de fútbol podría finalizar, con independencia del tiempo transcurrido y del resultado, cuando una jugada como la que protagonizaron Marlon, Busquets, Iniesta, Suárez y Neymar termina en gol. Las Palmas-0, Fútbol Club Barcelona-1. Fin del partido. Hala, a ver qué hace el Madrid. Como el fútbol no es el quidditch, Las Palmas y Barça siguieron jugando aunque, la verdad, los culés estábamos más pendientes del Bernabéu que de comprobar una vez más que Busquets es tan único como el barbero As-Samet de la paradoja propuesta por Bernard Russell. La victoria ante Las Palmas fue bella, pero una victoria bella supone tres puntos, no cuatro. Eso quiere decir que el Barça va a perder la Liga por culpa de los puntos perdidos en Coruña y Málaga, sin ir más lejos. Si el resonador hiperdimensional, una máquina del tiempo que el agricultor de Nebraska Steven Gibbs vende en internet por unos cuatrocientos dólares, funcionara para algo más que para colocarla en la estantería con otros productos frikis, seguro que Luis Enrique lo compraría para viajar en el tiempo hasta los horribles partidos con el Dépor y el Málaga. Bastaría un puntito en esos partidos para que el Barça ganara la Liga, pero entonces Zidane también compraría un resonador hiperdimensional y volvería al partido Madrid-Barça para obligar a Marcelo a hacer falta a Sergi Roberto y evitar la jugada que terminó con el gol de Messi en el último segundo. Un lío. Mejor lo dejamos así. Si el Celta no lo impide (con el Málaga de Míchel y del teórico de la escoria de Cataluña no contamos), el Madrid será campeón de Liga y el Barça se quedará en "casi" campeón. Mejor confiar en los milagros que en la máquina del tiempo de un agricultor de Nebraska.

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