Cúanto necesitamos en estos tiempos banales y maleducados programas como el que conduce con mano maestra Gonzalo Eulogio en INFORMACIÓN TV. En La noche en corto, del mismo modo que a través de las ondas a través de la cadena SER, Gonzalo hace pedagogía de la buena. Aplicando su exigente criterio para valorar cada una de las películas que comenta. Sin incurrir en lugares comunes. Sin las servidumbres que rigen en el negocio y que obligan a otros a ser políticamente correctos con quien toca ser (todavía duelen algunas críticas laudatorias con las que el «statu quo» enjabonó El faro de las orcas).
A mí me da que desde que Gonzalo Eulogio traspasó el Rubicón de los 50 es todavía más mordaz, más transparente y más irónico. Nos suele pasar a todos. Tenemos poco que perder. O estamos hartos. Aunque algunos mantengan su paripé hasta el final. No es el caso de Gonzalo, que hace mucho dejó de morderse la lengua. En ningún orden. Ni a la hora de evaluar trabajos cinematográficos ni mucho menos cuando toca desahogarse acerca de labores que tienen que ver con la profesión que le da de comer, la abogacía. Sin obviar tampoco los guiños hacia la actualidad. O a los gobernantes.
Y es que son muchos años. Tres décadas. La última entrega de La noche en corto, precisamente, no tuvo corto. La pausa vocacional obligó a realizar un monográfico con las críticas de las películas pendientes de comentario. Recupérenlo. Solamente alguien con la autoridad moral alcanzada por Gonzalo Eulogio puede esgrimir argumentos con la convicción con la que él los proclama. Arropado siempre, y es de ley destacarlo, por su compañero y sin embargo amigo Augusto González Braña. Que impulsa, anima y apuntala en las horas bajas, que las hay. Aguardamos con impaciencia la próxima entrega.
