Anoche, en una cena social, mis amigos Rosendo y Julieta interrumpieron la conversación general para darnos lo que ellos consideraban una buena noticia. Fue él quien habló:

-La buena noticia es que, por primera vez en su vida, nuestro hijo Ernesto acaba de terminar de leer un libro. Es un muchacho extraordinario. Apenas tiene 25 años.

-¡Ohhhhhhhh!

En respuesta, todos lanzamos un colectivo ooooooooohhh€, pero no era precisamente de sana envidia ni de asombro por los increíbles méritos académicos de Ernesto. Más bien, era un ooooooooooohhh de censura.

-¿Y qué libro era?

-Era "Hombrecitos". Se ha propuesto leer "Peter Pan" para cuando cumpla 30 años.

La reprobación se hizo general.

-¿Y quién dejó esos libros tan cerca del muchacho?- preguntó el dueño de casa.

Rosendo y Julieta no supieron qué responder.

-Son ustedes unos irresponsables.- protestó uno de los invitados.

Otro añadió:- -Están ustedes dejando libros al alcance de su hijo. ¿No saben lo grave que es eso?... A partir de ahora, el muchacho puede entrar en un camino sin salida, en una adicción muy peligrosa.

Bienvenido el Alzheimer

Los amigos se referían por supuesto al gran peligro denunciado por Bienvenido Ramírez, el científico congresista del fujimorismo peruano. Según él: "Existe una enfermedad que se llama síndrome de Alzheimer, que se da en aquellas personas que estudiaron mucho y que leyeron mucho, y uno de ellos son los profesores"

La revelación del sabio Ramírez ha calado muy hondo en la sociedad peruana. Leer, que hasta ahora, era considerado un pasatiempo inofensivo, comienza a convertirse en una adicción tan peligrosa y antisocial como el alcoholismo.

Por eso, después de repudiar la conducta de Rosendo y Julieta, el dueño de casa, que es un notable psicólogo también fujimorista, nos explicó las consecuencias del vicio de leer:

-Bienvenido Ramírez ha explicado la relación entre la lectura y el Alzheimer. Supongo que ahora una persona enferma del vicio de leer comenzará a practicarlo a escondidas. Leerá una noche y después a la siguiente, y por fin se convertirá en un "lector social."

Después, tomará más tiempo para leer. Se esconderá en el baño de su oficina con un libro de bolsillo. Leerá supuestamente para relajarse, aunque sepa que eso no es cierto.

Y el vicio llegará hasta su propio hogar. Una noche de súbito apagará la televisión para decirle a su esposa que es mejor leer un buen libro. Y por supuesto que ella, como cualquier otra mujer decente, tomará una muda de ropa y un cepillo de dientes y se irá a pasar la noche en la casa de mamá.

La Asociación de Lectores Anónimos

Y el día siguiente, cuando la señora haya regresado, el esposo lector dirá: "Amor, no sé lo que pasó anoche, solamente estuve leyendo"

"Si, ya sé que has estado leyendo, y yo quiero el divorcio".

Entonces el empecinado lector no podrá contenerse; saldrá a toda prisa hacia la biblioteca pública. Felizmente, ese antro de perdición estará cerrado, pero sobre la puerta hallará un cartel que cambiará su vida: "Amigo: ¿el vicio de leer está arruinando tu vida?".

Entonces, se afiliará a la asociación de lectores anónimos. En cada reunión, los lectores arrepentidos narrarán cómo cayeron en esa vergonzosa adicción y se les ofrecerá vídeo no-educacional sobre algunas series, por ejemplo "Combate" de la televisión peruana, así como profusa información sobre la vida y los amores de las vedettes. De esta manera, el lector comenzará a regenerarse.

Cuando el dueño de casa terminó de explicar los problemas sociales de la lectura, Rosendo y Julieta, llorosos, prometieron que harían desaparecer todos los libros de su casa para que el buen Ernesto no caiga en la perdición. Por nuestra parte, decidimos desechar los libros y comprar algunos buenos receptores de televisión que están en oferta.