Han sido necesarios muchos siglos para que el ser humano pudiera abordar el asunto del alma desde una concepción científica. Antes de eso, grandes pensadores habían realizado intentos de acercamiento, como el filósofo del siglo XVII René Descartes, quien supuso que una región del cerebro llamada glándula pineal se encargaba de que el alma se comunicara con el cuerpo.

Mucho tiempo antes, según El libro tibetano de los muertos, de tradición budista, se afirmaba que el alma se reencarna en un nuevo cuerpo cuando el feto tiene 49 días de gestación.

Pero dando un enorme salto hasta nuestros días, nos encontramos con que el doctor Stuart Hameroff, del Departamento de Psicología de la Universidad de Arizona, y su colega, Sir Roger Penrose, de Oxford, trabajan desde 1996 en una teoría cuántica de la conciencia, que establece que nuestras almas están contenidas en unas estructuras llamadas microtúbulos, que habitan nuestras células cerebrales.

Según el Dr. Hameroff, cuando «el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, y los microtúbulos pierden su estado cuántico. Pero la información cuántica de los microtúbulos no se destruye? no puede ser destruida? simplemente se distribuye y se disipa por el universo». Por eso, en las llamadas «experiencias cercanas a la muerte», en las que el paciente llega a estar médicamente muerto, y posteriormente logra ser reanimado, esta información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente manifiesta conservar recuerdos de esos minutos en los que estuvo inerte.

Por otra parte, el Dr. Rick Strassman, médico norteamericano especializado en psiquiatría, afirma que la entrada del alma en el cuerpo humano se produce a través de la glándula pineal. Así lo describe en su fascinante libro DMT: The Spirit Molecule. Según la hipótesis de Strassman, el alma humana se encarna en el cuerpo en la séptima semana después de concepción, utilizando la glándula pineal como canal espiritual y a la molécula dimetiltriptamina (DMT) como un catalizador. Se basa para tal afirmación en el hecho de que esta molécula es secretada en nuestra glándula pineal en determinados momentos, por ejemplo, a la hora nacer -a las 7 semanas de embarazo concretamente- y también en el momento de la muerte.

Hoy en día sabemos que la dimetiltriptamina se relaciona con la generación de imágenes en los sueños, con los estados de conciencia que generan las experiencias cercanas a la muerte y todo tipo de experiencias místicas. Parece ser que nos encontramos más cerca que nunca de conocer esa entidad inmaterial que, según dicen pesa 21 gramos -pérdida de peso del cuerpo humano en el instante en que fallece-, y que nos une con lo sagrado.