La célebre expresión «idus de marzo», alusiva a la fecha del asesinato de Julio César en el año 44 a. C., ha hecho fortuna entre reputados tertulianos y columnistas. Cada 15 de marzo se trae a colación este episodio para adornar la actualidad política con un leve toque de erudición y este año la ocasión la pintan calva por la coincidencia de la fecha con las elecciones en Holanda.

Según narra Plutarco en Vidas de Alejandro y César, un augur advirtió a César de que estuviera en guardia contra un gran peligro el día del mes de marzo que los romanos llaman Idus. Llegado el día, y encaminándose al Senado, saludó al augur con jovialidad diciendo: «Han llegado los Idus de marzo», a lo que el augur replicó con calma: «Sí, han llegado, pero aún no han pasado». Sabido es lo que ocurrió a continuación.

En los días previos al 15 de marzo los sondeos presagiaban el triunfo de Geert Wilders, el líder populista del Partido por la Libertad, al tiempo que se sucedían acontecimientos preocupantes por la grave crisis institucional entre Turquía y los Países Bajos.

La pretensión de Erdogan de realizar campaña electoral a su favor en suelo holandés fue contestada por el primer ministro Mark Rutte. La respuesta negativa basada en la necesidad de garantizar la seguridad y ante la inminencia de la propia cita electoral holandesa no fue aceptada por el presidente turco quien, en una deriva insensata, envió a sus ministros por tierra y aire a Rotterdam, agitó a la población turca residente en los Países Bajos y profirió graves acusaciones y amenazas contra Holanda.

Aunque algunos mandatarios europeos mostraron su apoyo, habría sido deseable una respuesta más contundente y unánime de todos los países en este delicado asunto, máxime si se piensa que Turquía aspira a formar parte de la Unión Europea.

Internamente, la firmeza del gobierno holandés en la gestión de la crisis ha contribuido al resultado electoral favorable del primer ministro Rutte que obtuvo 33 escaños de los 150 que componen el Parlamento. Pero no nos engañemos, su partido ha perdido 8 puestos; la socialdemocracia se ha hundido y la coalición de gobierno ha sucumbido.

La victoria de Rutte ha despertado una euforia motivada especialmente por la derrota de Wilders hasta el punto de eclipsar otras estrepitosas derrotas, incluida la de la coalición gobernante.

Aunque Wilders no ganó, pese a lo vaticinado, ha obtenido 20 escaños y es el segundo partido más votado. Un resultado nada desdeñable que supone un incremento de 5 escaños. El partido Demócratas 66 ha subido a 19, al igual que los democristianos; los verdes han alcanzado un excelente resultado con 14 escaños y el partido islámico entra en el parlamento con 3 representantes.

Ahora toca explorar las posibilidades para la formación de gobierno. Los holandeses están acostumbrados a las coaliciones y a la búsqueda de pactos para sustentar la acción de gobierno. En este momento han de forjarse alianzas entre al menos cuatro partidos políticos y hay ciertos vetos que dificultarán el acuerdo. Ya se verá.

Los idus de marzo holandeses discurrieron con normalidad, en una jornada laborable y con un éxito de participación del 82 por ciento, con la posibilidad de votar por delegación, por cierto. Curiosamente, los votos depositados en contenedores son unas descomunales papeletas con la relación de las candidaturas presentadas. La elección se determina marcando con un punto rojo el nombre seleccionado perteneciente a uno de los veintiocho partidos que concurrían a las elecciones.

Nunca antes las citas electorales de los países de la Unión Europea habían suscitado tanto interés y tanta inquietud en el resto de países miembros. Pronto le tocará el turno a Francia y después a Alemania.

En estos días, disipados los malos presagios, los Países Bajos han recuperado el buen augurio que simbolizaban desde antiguo los idus de marzo. Sin duda, los holandeses tenían ante sí (incluso físicamente) una buena papeleta, más aún, un auténtico papelón. En sus manos estaba respaldar el proyecto europeo o dar inicio a su desintegración.

Puede decirse que el resultado de los comicios ha permitido respirar aliviada a la maltrecha Unión Europea. Por el momento, Holanda ha resuelto la papeleta.