El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo», es un antiguo proverbio chino que antecede a las investigaciones del meteorólogo Edward Loren, desarrolladas posteriormente en la Teoría del Caos. Este científico comprobó que pequeñas perturbaciones o errores en las condiciones iniciales de un sistema pueden tener gran influencia sobre el resultado final. Estas consecuencias se conocen como Efecto Mariposa en honor probablemente a aquel proverbio.

Se trata de un efecto que en las empresas observamos cada día con mayor claridad en este entorno que, en expresión feliz acuñada hace unos años, se definió como VUCA (en inglés Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity), es decir volátil, incierto, complejo y ambiguo.

Esta breve introducción tiene que ver con la publicación hace unos días de la XIII edición del informe Perspectivas España 2017, realizado por KPMG sobre 2.906 respuestas de empresarios y directivos españoles de 22 sectores de actividad económica.

Se trata, sin duda, de un informe muy completo que aporta ideas interesantes para el posicionamiento de nuestras empresas a partir de una conclusión básica: los empresarios y directivos españoles muestran un optimismo moderado respecto a la evolución de la economía española para este año.

Pero no estamos solos. En este mundo interconectado, la evolución de nuestra economía y nuestras empresas se ve condicionada en gran medida por acontecimientos externos, que en muchas ocasiones no podemos controlar a nivel de país, y mucho menos a nivel de empresa, salvo en lo que podamos hacer para reforzar los fundamentos de nuestra propuesta empresarial. Esto tiene que ver principalmente con las capacidades, las aptitudes y actitud de nuestras plantillas, así como con la innovación y la mejora continua de los procesos que nos permitan competir con ciertas garantías en ese entorno global y digital, con competidores con menores costes de estructura y sin riesgos que puedan condicionar su actividad.

Situaciones como las que conocemos del «Brexit», los nuevos derroteros proteccionistas que parece que plantea la economía norteamericana tras el cambio en la presidencia, el debilitamiento económico en la zona euro, las fluctuaciones del precio de la energía o las incertidumbres políticas en muchos países de nuestro entorno -y en España, que la formación de gobierno no asegura una legislatura estable-, provocan incertidumbre en las empresas, que deben buscar, como decía, reforzar sus fundamentos para competir con ciertas garantías en este entorno.

Y son los propios empresarios y directivos los que apuntan en el informe mencionado algunas de las líneas de trabajo imprescindibles para el éxito: atracción y retención del talento y formación de la plantilla son dos de las claves del éxito.

Parecen conclusiones evidentes, pero no lo son tanto cuando no han constituido una orientación especial de muchas empresas durante muchos años, durante estos ya 10 años de crisis que aún no podemos decir que haya quedado atrás.

La formación es imprescindible tanto para mantener a la plantilla preparada para el uso de las nuevas tecnologías de proceso, como para elevar su capacidad de apoyar la estrategia empresarial a través de la innovación en productos, procesos, clientes, etcétera. Y, por supuesto, la retención del talento como elemento clave de progreso y continuidad de la empresa.

Anticipar, prevenir o, al menos, responder correctamente a ese efecto mariposa, está en nuestras manos o mejor, en manos de todos los que formamos la empresa, si todos ponemos de nuestra parte para conseguirlo.