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ARCO 2017. ¿Algún cambio?

Otra vez, ARCO, el evento cultural de mayor repercusión internacional de nuestro país, casi al mismo nivel de algunas de las exposiciones más mediáticas de los grandes museos nacionales. Un acontecimiento multitudinario, esperado por las galerías y, por supuesto, por los artistas, aunque estos menos. ARCO es una feria de galerías, es decir, es un evento eminentemente comercial, y, como tal, se rige por los valores del mercado, que difieren o deberían hacerlo de los propiamente artísticos. Pero en este país se han confundido, siendo la presencia de un artista en una galería de ARCO el valor por el que es expuesto en un centro o museo. No hay una prospección del arte que se desarrolla en los estudios, y los jurados de premios y concursos sienten pavor de seleccionar a nombres que no suenen en estas listas.

Así, ARCO, la selección hecha por las galerías comerciales, se ha convertido en el criterio artístico de este país. Se habla de galerías, de sus nombres, como si fueran lo único importante. Pero cuáles son los criterios de su selección de artistas. Cuántos de estos artistas seleccionados han cruzado la frontera, después de este reconocimiento, y son aceptados por galerías y centros internacionales. Este sería un buen criterio. Cuántos pueden vivir de su trabajo, este sería otro. Qué aporta España al diálogo del arte internacional, cómo es valorada la creación artística que se desarrolla aquí. ¿No hay ningún estudio sobre esto?

Suponemos que el/la galerista tiene el conocimiento global como para saber lo que se está haciendo en el ámbito nacional. ¿Podemos pensar que esto es así? La realidad es que se ha creado un circuito muy cerrado entre centros de arte y galerías, intentando esa defensa de lo patrio que no ha logrado la proyección deseada. No tenemos una representación fuerte en Europa, por eso cada año vuelven a la feria los Picasso, Miró?, pero por qué entonces Feria de Arte Contemporáneo.

Se ha visto, en las redes sociales, una gran contestación a ARCO, sobre todo, por parte de los artistas. «Yo ya no voy a ARCO, para qué, siempre veo lo mismo, casi siempre los mismos nombres que son apoyados por las galerías con el único propósito de promocionar a sus propios artistas?» Esta es la valoración de los artistas que, en su mayoría, se sienten desplazados, cuando no, excluidos por los galeristas.

Pero ARCO sigue siendo un gran negocio, a 40 euros la entrada, otros 20, el catálogo. Se crea una elite en la que todo el mundo quiere entrar, y esto siempre cotiza al alza, revalorizándose el stand cada año. Pero la cantidad de galerías y obras hace difícil una contemplación coherente de la feria, sobre todo para un público no experto. Así un año más se vuelve a ver a esta ansiada elite paseando por sus calles y a los galeristas tratando de convencerlos para que compren lo que ellos representan. Un arte dirigido, sin duda.

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