Hablaba aquí hace unos meses de la nueva estrategia del alcalde Echávarri a partir de la incorporación a su equipo de dos importantes asesores: Lalo Díez, como jefe de gabinete, y Sonia Rodrigo, como responsable de Prensa, estrategia que pasaba por ofrecer un perfil más institucional y menos agresivo. Reconozcamos que Rodrigo y Díez han logrado mucho en ese sentido, aunque Echávarri aún no se atreva a deshacerse de los sicarios costeados por todos. Dicen que para eso necesita más tiempo.

La segunda parte de esa estrategia consistía en que, además, aparentara hacer algo por Alicante. Ahí también he de admitir que se ha avanzado. Se ha institucionalizado la ocurrencia del mes: en enero, empezamos con ese gran parque que nos van a regalar entre la antigua OAMI -hoy EUIPO- y la empresa del aluminio. Fue decirlo, y no saberse más. En febrero, me quedo con Conde de Vallellano y llevo la Explanada hasta el mar.

La cosa es sencilla: se trata de anunciar proyectos que a todo el mundo pueden sonarle bien -¿quién no quiere llevar la Explanada hasta el mar? ¿Y un parque? ¿Quién no quiere miles, millones de parques?-, aunque no tengan sustento real o sean, directamente, irrealizables. Es viejo en política y en comunicación: se llama «modelo alemán» (se describió allí por primera vez) y lleva rulando en Europa desde los años 70. Creas un contenedor en donde todo el mundo pueda caber y cargas sobre los demás (Puerto, Generalitat, oposición, vecinos, lo que sea...) la responsabilidad del incumplimiento. Tiene recorrido: Lassaletta anunció la demolición del Meliá y Alperi la del Gran Sol, y repitieron varias legislaturas. Por cierto, los dos iban a peatonalizar también Conde de Vallellano. Ay.

Tercera pata: deshacerse por fin de Guanyar y gobernar con Compromís dentro y la tránsfuga Nerea Belmonte y Ciudadanos por fuera. De paso, romper EU a través de Julia Angulo y Dani Simón, a cambio de nómina. No es para mañana. Pero se está en camino. ¡Traed madera!