Hasta en Bambi se lo decía su madre a Tambor: «Antes de hablar hay que pensar...». El alcalde no debió ver la película y le han vuelto a sacar los colores al anunciar un proyecto sin encomendarse ni a Dios ni al diablo que, me temo, no vamos a ver ni nosotros ni nuestros nietos. Y ojalá me equivoque porque la fachada marítima de Alicante ganaría muchísimo eliminando el tráfico de Conde de Vallellano. El problema es que se le ocurre algo y se lanza en plan suicida. Ya le pasó cuando anunció una senda peatonal por el Cabo de las Huertas sin contar con su socio Pavón. Ahora casi es más gordo porque, quien le ha sacado los colores a Gabriel Echávarri es el presidente del Puerto, Juan Antonio Gisbert, nombrado por su mismo partido, afirmando en un comunicado público y con todo recochineo que la Autoridad Portuaria no ha sido consultada «ni lo más mínimo» y que el proyecto de desviar los coches por un túnel bajo el mar es inviable. Encima ha embarcado en el fregado al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, quien, o no sabía lo verde que estaba el proyecto, o es tan irreflexivo como el alcalde. Por el bien de todos, esperemos que sea lo primero.
