Pues sí, y ni soy militante, ni afiliado, ni simpatizante y mucho menos votante. Pero aún así pude hacerlo como el que vota en esas encuestas en los periódicos digitales en las que te preguntan por los más variopintos temas de actualidad. Casi sin querer, todo vino de una broma que les gaste a mi mujer y a mi hija, y al mismo tiempo a mí mismo, pues no se puede entender más que como una extravagancia que me interesara por el sorteo que Errejón, con afán de publicitarse y ganar adeptos para su causa de lograr el liderazgo en Podemos, realizará entre todos aquellos que se hayan registrado en algo así como «Ven conmigo al Congreso», una visita guiada por el propio Íñigo por el palacio de la Carrera de San Jerónimo. La excentricidad fue contestada cortésmente dándonos las gracias por habernos inscrito en el citado sorteo, con un whatsapp mix de palabras y signos o emoticones, y animándonos a inscribirnos en la página web para las votaciones en Vistalegre II.

El lugar elegido para la denominada Asamblea de Ciudadanos, otrora plaza de toros, fiesta que la mayoría de los simpatizantes del movimiento surgido del descontento social pretenden erradicar del suelo patrio. Curiosa contradicción etimológica, mientras lanzan sus parlamentos todavía resuenan los olés. Allí un alicantino, El Inclusero, debutó hacia los años sesenta con picadores, y con posterioridad fue uno de los predilectos de la afición que acudía al coso madrileño. Allí, pero desde la comodidad de mi casa, podría haber debutado yo mismo como elector del movimiento Podemos. No hubiese necesitado más que un teclado y un ordenador para influir en la elección de los cuadros que mandarán en la organización radical, de la que en absoluto soy seguidor ni mucho menos comulgo con sus proclamas e intenciones. La tecnología, y su aplicación en las votaciones de las organizaciones políticas tienen estos lances que te hacen sospechar de la idoneidad del sistema. Si estos son los nuevos métodos, que mezclados con las primarias que en algunos casos parecen hechas más para los primos que para los primeros, la democracia representativa cada día se antoja como la fórmula más seria, sensata y solvente de elección de los dirigentes de una organización política.

Realizada la votación, en directo y en diferido, sus resultados no se conocieron hasta bien entrada la mañana del día siguiente. El conteo y su fiabilidad así lo exigían, dijeron los encargados, organizadores del evento y fieles seguidores del líder que a la postre fue declarado vencedor tras alcanzar un 60% de la nueva dirección. El sistema de elección elegido, ha perjudicado notablemente a las minorías, aquellas que ellos dicen representar y proteger. Andando se hace camino que diría el poeta. Todo estaba preparado para que el máximo líder del movimiento radical de izquierdas siguiera al mando. La diferencia porcentual era lo de menos, con un veinte por ciento menos de apoyo que en Vistalegre I, Iglesias sale de Vistalegre II más reforzado y con un poder omnímodo que está dispuesto a ejercer de inmediato.

De sus resoluciones políticas, que tanto se exigen a las demás organizaciones políticas, prácticamente no se sabe nada, han pasado sin pena ni gloria. Cuatro frases para la galería, algún decálogo y poco más. Eso sí las peticiones de unidad previas a las votaciones al son de movimientos laterales con líderes y presentes entrelazados, y los discursos culpando hasta de la caída del imperio romano al gobierno y sus entregados socios, han bastado para alimentar a los que acudieron a las instalaciones del antiguo coso madrileño. Ni la cercanía del conocido mercado de Puerta Bonita, pudo saciar el hambre de revancha que impregnaban los parlamentos de los diversos líderes que pasaron por el escenario. Desde Iglesias a Urbán, pasando por Errejón o Rodríguez.

Las purgas están servidas, es poco probable que se respeten las llamadas minorías, que en el caso que nos ocupa abarcan y representan casi al cuarenta por ciento de los que emitieron sus votos, el efecto de laminación de los que se opusieron a la corriente oficialista comenzara en cuanto los dirigentes de las distintas provincias se asienten en sus localidades. Sin casi haber bajado del AVE, en la Comunidad Valenciana, a Montiel y los suyos ya les están moviendo sus poltronas. Puig y Oltra miran a sus valedores con alarma y turbación.