n España está muy extendida la creencia de que el PSOE debe dar un giro a la izquierda, sobre todo en economía, para taponar el ascenso de Podemos. Las medidas de rigor de Zapatero en el 2010 serían así la causa de la desgracia socialista. Esta tesis sería cierta si una política fiscal más expansionista -solo en España y al margen de la zona euro- fuera posible y habría hecho bajar el paro.

Pero no parece que fuera así. Lo que sí es incontrovertible es que el incremento del desempleo -seguramente por la pérdida de competitividad de las empresas- tuvo mucho que ver con el ascenso de Podemos y que ni Zapatero ni el PSOE defendieron con energía su obligado cambio de política en el 2010.

Por otra parte una política europea más expansiva -que sería conveniente- no es algo que esté en manos del Gobierno español, ya esté presidido por Zapatero, por Rajoy o por Pablo Iglesias.

Lo que está pasando en Gran Bretaña también es digno de análisis. Jeremy Corbyn ganó las primarias laboristas desde la izquierda pero la única consulta electoral que ha habido desde entonces -el referéndum del «Brexit»- no favoreció al Labour sino al populista Ukip de Farage y a la derecha del partido conservador. Y las encuestas actuales no son favorables a un Labour escorado a la izquierda. Sólo un 14% de los británicos creen que Corbyn sería un buen primer ministro y la estimación de voto es de un 39% para los conservadores, un 26% para el Labour y un 14% para el Ukip. Además, según un sondeo de la Fabian Society, en unas elecciones anticipadas -que no se descartan- los laboristas podrían pasar de sus actuales 232 diputados a menos de 150.

Esta situación está propiciando una evolución de Corbyn hacia el populismo. El martes declaró que para el Labour no era un dogma de fe la libre circulación de los trabajadores europeos (en Gran Bretaña hay 960.000 polacos), si bien no llegó a la posición de Theresa May que en la negociación del «Brexit» prioriza el control de la inmigración europea a la pertenencia al mercado único. No obstante Corbyn aseguró que Gran Bretaña podía vivir mejor con el «Brexit».

El izquierdismo no le está sirviendo al Labour para frenar el populismo, caracterizado allí por el rechazo a la inmigración europea y que recoge voto de antiguos electores de izquierdas, sino que le está conduciendo a acercarse a las tesis populistas y de los conservadores euroescépticos.