esta altura de la legislatura autonómica pocas personas, de buena fe, albergan esperanzas de que el tripartito sea capaz de liderar un proyecto de futuro para los ciudadanos de nuestra Comunitat. Mandar no es gobernar. Querer imponer las consignas de cada uno de los grupos de poder que configuran el Gobierno Valenciano para tomar decisiones sólo para una parte de la sociedad valenciana es a todas luces un ejercicio de mal gobierno.

Si algo caracteriza a nuestro pueblo es la necesidad de consensuar con todos las políticas de todos. Desde el centro político se gobierna para todos, pensando que nadie se debe de sentir menospreciado en el camino que los políticos dibujamos en Les Corts. Legislar es ponerse de parte de la gran mayoría de la gente, pero no haciendo daño a ninguna minoría. Porque sólo desde la sensatez de que existen alternativas que sumen, y no resten a nadie, se alcanza la paz social y el bien común, únicas herramientas de progreso y avance para los ciudadanos.

Cualquiera que quiera liderar el futuro de la Comunitat, y Ciudadanos aspira a obtener el máximo apoyo entre nuestros conciudadanos, deberá tratar, con todos sin exclusión, cinco grandes acuerdos para nuestra Comunidad.

El primer gran acuerdo será el que, de una vez por todas, configure un plan para suministro de agua que no esté supeditado a las filias e intereses de grupos de presión de ninguna comunidad autónoma. Ya está bien de mendigar agua, el agua no es un recurso propio de nadie, sino que es un recurso compartido. Si nuestra agricultura, nuestro turismo y nuestra industria nos importan, sin acuerdo nacional, seguiremos gobernando unos contra otros. La agricultura valenciana, base de nuestra prosperidad durante siglos ha sido maltratada y marginada, cuando en realidad es fuente de riqueza y prosperidad.

El segundo gran acuerdo necesario pasa por un gran Pacto Nacional de Educación. Que tiene que tener su corolario aquí en nuestra Comunidad. No parece razonable que el Gobierno Valenciano actual, el de los tres partidos, esté apostando, sin consenso en esta materia, por limitar los derechos constitucionales que los padres tienen sobre la educación de sus hijos. Mandar puede ser eso, pero gobernar supone un ejercicio mayor de tolerancia, de consenso, de acuerdo, que no parece estar en la agenda del tripartito.

El tercer gran reto es poner en valor la sociedad de la información y la comunicación. Poco ha dicho este tripartito sobre la necesidad de subirse al gran mundo del internet de las cosas, al futuro que ya es presente de las comunicaciones digitales. Nuestra agenda digital no parece preocupar, con suficiente entidad, a los actuales gobernantes. Mientras muchas regiones europeas están acelerando la captación de empresas de fuerte calado tecnológico, aquí estamos viendo cómo les ponemos tasas e impuestos a las nuevas realidades digitales. Sin una cabeza pensante que nos haga competir, por ejemplo con Irlanda donde el avance de estas empresas es simplemente espectacular, perderemos, una vez más, el tren de la mejora de nuestros ciudadanos.

El cuarto reto autonómico pasa por definir y potenciar nuestras industrias y servicios autóctonos. No es comprensible que no tengamos nuestra industria del turismo hirviendo de ideas. No se nota por ningún lado el apoyo decidido para reforzar las infraestructuras. Seguimos siendo una Comunidad exportadora, liderando, en calzado, juguete, alfombra, agricultura, y nadie ha pensado qué necesitan esos empresarios para hacer crecer su empresa de pequeña a mediana con el fin de sobrevivir en un mundo plenamente globalizado. Ponemos demasiados esfuerzos en el control y mínimos esfuerzos en la potenciación de nuestros empresarios, que son los que crean empleo y riqueza, y son de aquí, de nuestra tierra. Unido a la pérdida de derechos y de conquistas sociales de nuestros trabajadores en los últimos años que son en definitiva quienes construyen, piedra sobre piedra, nuestro bienestar.

El último gran reto tiene que ver con nuestra capacidad para reinventar nuestra Comunidad como eje democrático en la que nadie se sienta injustamente tratado. Todas las leyes que sean necesarias para una mayor convivencia y para una mayor transparencia han de ser apoyadas sin fisuras. Pero también en el ejercicio del Gobierno está legislar para evitar que cada vez que «gobiernen los míos» los cambios en posiciones de gestión no sean tan grandes, para que el Gobierno sea de todos, no sólo de los que me han votado. El mayor ejercicio de transparencia pasa por aplicarnos la ejemplaridad real. El nepotismo, las prácticas sectarias, y las ocurrencias, sólo contribuyen al espíritu de mando, pero no al de concordia que demanda la gran mayoría de los ciudadanos de la Comunitat.

Liderar esta Comunidad para que tenga futuro está en la mano de los que legítimamente tienen el poder emanado de las urnas. Pero su caudal de ilusión se está agotando. Nuevos tiempos sólo llegarán cuando las urnas se llenen de nuevas ideas, nuevos retos, y nuevas personas. Y eso en democracia se hace muy bien cuando los ciudadanos vuelven a votar y cambian Gobiernos.

Desde la Comunidad Valenciana debemos reclamar al resto de España algo de la solidaridad que nunca hemos escatimado, cuando de aportar se habla, a quien le ha hecho falta.

Aspiramos a ser un pueblo que lidere la cultura del conocimiento, la educación, la innovación, el talento, el esfuerzo y el mérito, que tan propio nos es por estas tierras y que hemos demostrado en tantas ocasiones.

Queremos ser el desafío constante al desaliento y a los brazos caídos, a la rendición ante la adversidad y la mediocridad.

Ser el polo de atracción para quienes con vocación de servicio aporten el valor de su capacidad y de su trabajo por el bien común? en una permanente regeneración de los valores democráticos, aumentando el peso de la Comunitat en el conjunto de España.

Ciudadanos que se sienten orgullosos de ser alicantinos, castellonenses o valencianos, donde mimamos y respetamos nuestra lengua valenciana, donde mimamos y respetamos nuestros símbolos y tradiciones, donde no queremos ser más, pero tampoco menos que nadie. Simplemente mejorar cada día.

Con las alforjas repletas de energía hacia un proyecto que a nadie deje de lado, cuidando de quienes más necesitan y facilitando la labor de quienes más puedan aportar al proyecto común de valencianos y españoles, ofrecemos un Gobierno nuevo.

El futuro es nuestro, de los ciudadanos valencianos.