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Fernando Ramón

Leer sí que importa

Tuve la suerte de acudir durante dos cursos de la antigua Primaria a una escuela unitaria donde nos entremezclábamos alumnos de diferentes niveles y donde todas las tardes, durante un buen rato, leíamos El Quijote. Parecía una tarea rutinaria, pero nos permitió familiarizarnos con la universal obra del ingenioso hidalgo y, sobre todo, conseguimos adquirir el hábito de la lectura. La puesta en marcha primero de la EGB y después del BUP reforzó el vínculo con los libros no tanto por el sistema de enseñanza implantado sino por el buen hacer de unos educadores que en aquellos momentos nos inculcaron la pasión por la lectura. No con imposiciones, sino con el convencimiento propio de quienes saben transmitir los valores que nos aportan la narrativa, la poesía o el teatro. Se trataba de otros tiempos, de otras épocas no tan lejanas, pero sí muy distantes de las actuales donde, pese a todos los intentos, el nuevo informe sobre la lectura en España, que ayer vio la luz, señala que cuatro de cada diez españolitos no abre nunca un libro, ni les interesa la cultura. Embaucados como estamos en la era digital donde los textos que preferentemente se leen son los mensajes de Whatsapp o los publicados en las redes sociales, no extraña escuchar conversaciones donde se defiende que todo está al alcance de un click, o donde el interés queda reducido a lo que se conceptúa como viral, que muchas veces suele ser sinónimo de banal. Ese escaso interés por la lectura, que se traduce, además, en una escandalosa falta de comprensión de los textos, es la causa de muchos de los males que presenta el sistema educativo actual donde nuestros alumnos desconocen en muchos casos el significado real de lo que tienen ante sus ojos y utilizan unos términos que nada tienen que ver con su correcta semántica. Precisamente por aquí deberían comenzar los expertos a plantear la reforma del sistema educativo si queremos mejorarlo, entendiendo que es fundamental y básico implantar un modelo donde el interés por la lectura se interiorice de tal modo que se convierta en un objetivo estratégico como en su día fue la apuesta por la educación física y el deporte. Habremos dado un gran paso adelante si, además, nos concienciamos de que leer sí que es importante para que una sociedad progrese adecuadamente.

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