El pasado día 10 de este mes pronosticábamos en en estas mismas páginas: «Israel se queda solo frente al mundo» (INFORMACIÓN 10-XII-2016) «El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu se queda solo frente al mundo», puntualizaba. En base a cinco resoluciones de la Asamblea General condenando al Estado judío, en dos de las cuales se quedó solo votando en contra. Ni siquiera contó con el apoyo de Estados Unidos que se abstuvo. Ahora ha sido el Consejo de Seguridad, el órgano ejecutivo y de dirección de las Naciones Unidas quien ha condenado las actuaciones del gobierno ultraortodoxo israelí. Se veía venir. Tras la resolución del Consejo (S/RES/2334) del 23 de diciembre pasado, el primer ministro israelí convocó a los embajadores de los países que votaron a favor, incluidos los EE.UU.- que se abstuvieron y no vetaron la resolución- , para reprocharles su voto a favor de una declaración que califica de «sesgada y hostil». Amenazando que «aquellos que estén contra nosotros pagarán un precio diplomático y económico por sus acciones contra Israel». La advertencia puede no ser baladí, algún importante medio de comunicación mundial ha afrontado sus problemas financieros con apoyo de algún fondo de inversión judío, el interés pagado se podrá deducir en la línea editorial (García Abad, José. «El malvado IBEX». Ediciones El Siglo). Eso lo veremos. Lo que ya vemos es el respaldo de Donald Trump, el presidente electo de la primera potencia mundial, que advierte descaradamente que retirará su contribución económica y califica a Naciones Unidas de inútil e incapaz a la par que nombra embajador en Israel a un partidario del reconocimiento de Jerusalén como capital.

El Estado de Israel se creo por resolución de las Naciones Unidas con el voto en contra de numerosos países árabes, tras la II Guerra, dentro del proceso de descolonización. Las mismas Naciones Unidas que ahora son desautorizadas están en el origen del Estado de Israel. Los que entonces eran calificados de «terroristas» por los colonizadores fueron luego gobernantes - Ben Gurión, Isaac Rabin, Simón Peres, etc- de Israel y alguno fue asesinado por los ultraortodoxos por defender los acuerdos de paz con palestinos y árabes. Los israelitas que arriesgaron su vida por crear el Estado de Israel aceptaron los principios de paz por territorios y de dos estados:Israel y Palestina conviviendo en paz. Benjamin Netanyahu no estaba entre los fundadores y aunque fue el firmante de los acuerdos de Oslo entre ambas naciones ha hecho lo posible por hacerlos inviables.

La interpretación más ruín es que Netanyahu, quien ganó las últimas elecciones gracias a los votos de los colonos, lo que busca favoreciendo el aumento de la población judía en Cisjordania es una nueva reelección. O, la lectura ideológica: es un paso más hacia el estado teocrático, y hacia un régimen similar al apartheid sudafricano. Cualquiera que sea el motivo denota un desprecio flagrante a la legalidad y a la comunidad internacional. Declaraciones y actuaciones recuerdan la soberbia con que las potencias fascistas: Alemania, Italia y Japón actuaron en el primer tercio del siglo XX contra la Sociedad de Naciones- el precedente más próximo de la ONU- cuando invadieron Abisinia, Manchuria y algunas zonas de Europa. Y tambien cuando ignoraron los acuerdos de no intervención en la Guerra Civil Española de 1936-39 que fue el banco de pruebas del conflicto posterior. Eran los ejércitos más poderosos del mundo. Una prioridad no sólo militar , tambien económica, para superar la Gran Recesión de 1929. El keynesianismo perverso: relanzar la economía con inversiones militares y gastos en guerras para reconstruir después. Las consecuencias son de sobra conocidas.

La resolución 2334, reafirma las diez anteriores del propio Consejo, recuerda a Israel como «potencia ocupante», que cumpla las obligaciones jurídicas internacionales que le incumben derivadas de los Convenios de Ginebra sobre Protección de Civiles en Tiempos de Guerra, tal como se indica en la «opinión consultiva emitida por la Corte Internacional de Justicia». Recuerda a Israel y Palestina los compromisos derivados de la Conferencia de Madrid, la Iniciativa de Paz Árabe, la de Francia, Rusia, Egipto y la Hoja de Ruta del Cuarteto. Y, exhorta a los Estados a distinguir, «en sus relaciones pertinentes, entre las relaciones con Israel y los territorios ocupados». O sea: ni comercio, ni inversiones, ni visitas a las colonias, lo que ya hacía la Unión Europea. La resolución no es ni sesgada, ni hostil con Israel; sí con la colonización de Cisjordania. Es difícil ser optimistas ante tanta soberbia.