Lo que la concejal de Guanyar Marisol Moreno ha hecho con Raúl Mérida, presidente de la Fundación El Arca de Noé, ha sido una cacería. Ni más ni menos. Pero para que la edil pudiera darse el capricho de transformar su inquina personal en una resolución administrativa, el cooperador necesario ha sido el portavoz de Compromís, Natxo Bellido, sin cuyo apoyo el cierre del refugio de animales salvajes no se habría producido. Lo malo de ser cómplice de un ajuste de cuentas -que explique Bellido en qué informes se basó para votar a favor de la clausura o cómo es posible que, si la instalación era irregular, una semana antes estuviera dispuesto a prorrogar su concesión por otro año-, lo perverso, digo, es que te deja para los restos al mismo nivel que tu compinche. Este episodio, que sería de vodevil si no afectara a la dignidad de las personas, ha acabado con un alcalde desautorizado y con Compromís alineado con lo más sectario de Guanyar. Mala apuesta, sobre todo porque la cosa no acabará aquí.
