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Un respeto para Alicante

Hace ahora un año, el Consell de izquierdas de los socialistas y Compromís llevaba apenas seis meses en el cargo. Y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acababa de acuñar, durante una comparecencia en Alicante, un concepto que desde entonces ha repetido varias veces: la «bicapitalidad» de la Comunidad en un intento, casi convertido en una obsesión de su mandato, de «coser» un territorio deslavazado y que, en ocasiones, vive de espaldas y sin sumar sinergias que aumentarían más, si cabe, su enorme potencial social y económico. Poco antes del 6 de diciembre, Día de la Constitución, el Consell aprobó un decreto que «institucionalizaba» esa celebración con Alicante como sede. División de papeles: el 9 d'Octubre en Valencia; y la Constitución en la provincia. No era una idea nueva. Ya la había puesto en práctica Joan Lerma, el primer presidente socialista, hace ahora tres décadas. Pero el PP se había encargado de enterrar la conmemoración durante sus 20 años en el Palau hasta el punto de que la llama de la efeméride sólo se mantenía viva en los municipios. Alcaldes que reivindicaban una Carta Magna que, con claros y oscuros y necesitada de una reforma en profundidad para resolver la cuestión de la pluralidad del Estado, ha conducido a España a una etapa de máxima prosperidad. Hace un año, decía, en plena campaña para las elecciones generales del 20 de diciembre, al presidente de la Diputación, César Sánchez, enfrascado en su eterna batalla contra la Generalitat, no se le ocurrió otra cosa que «contraprogramar» la cita organizada por el Consell en el Castillo de Santa Bárbara con una izada de banderas en el Palacio Provincial a la que acudió el entonces ministro José Manuel García-Margallo. Ahora la celebración se trasladará a La Ciudad de la Luz en un intento de Puig y Mónica Oltra de relanzar uno de los iconos del despilfarro y el descontrol de la gestión del PP. Y los populares han vuelto a tener la ocurrencia de mantener la pugna con la Generalitat montando su propio sarao: un acto en Valencia, impulsado ahora por el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, uno de los dirigentes que juega sus cartas para el futuro del PP. No es un tema menor. Es muy grave. Una deslealtad absoluta. Por dos motivos: los populares boicotean de nuevo una convocatoria del jefe del Consell que, cabe recordar, es el representante del Estado en la Comunidad; y, segundo, cuestionan el papel institucional de Alicante. ¿Qué diría el PP si alguien «contraprogramara» en la provincia el acto del 9 d'Octubre en Valencia? Respeto, señores del PP, respeto.

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