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Toni Cabot

Reyes y villanos

Si había un instante políticamente inapropiado para que el Hércules ingresara maná del cielo público (1,8 millones merced a la sentencia que condena al Consell, a través de su sociedad Parques Temáticos, a abonar un contrato impagado) era éste, justo cuando la misma Generalitat se ve incapaz de cobrar el préstamo de 18 millones (sin coma por en medio) no devuelto por el club alicantino, fugado por la ventanilla del IVF y con sanción de Bruselas a modo de acento. Inoportuno gira el mundo para la desgraciada entidad del Rico Pérez, que ve ahora satisfecha una deuda antigua, en una época en la que la llegada del dinero público a un club de fútbol no hace ninguna gracia. Pero así de curiosa es la vida: será el Hércules, por gracia del juzgado, quien despida y baje el telón de esa práctica de subvenciones encubiertas -sobrevenida por la creencia política de que el fútbol daba votos- polarizando la mala fama que vuelca el momento, cuando ni se acerca a los que en su día dieron buena cuenta de cardar la lana. Para los que lo hayan olvidado, allá por el 92 fue precisamente el Hércules, tutelado por Aniceto Benito, Fernando Andrés y Ramón Jerez, quien ideó un plan para sanear a los clubes de la Comunidad Valenciana. La idea, sugerida a Joan Lerma, pasaba por lucir en las camisetas de los equipos más representativos de la región la palmera multicolor de Mediterranea -aquella marca turística 'paraguas' que acabó fallida- a cambio de dos mil millones de las antiguas pesetas (doce millones de euros). Esa cantidad iba ser sometida a reparto, ofreciendo la mitad al Valencia por ser el único club que militaba en Primera y jugaba competición europea, mientras que el otro 50 por ciento debía ir a parar a las arcas de los clubes del segundo escalón (Castellón, Hércules y Elche) tras dividir a partes iguales. Pero hete aquí que de la noche a la mañana, bien por la habilidad del entonces presidente del Valencia, Arturo Tuzón, bien por la dudosa diligencia del conseller García Reche, todo el parné se quedó en Mestalla, los dos mil, el riego y el agua del cielo. Aquella 'inversión' inició la carrera que ya no paró hasta que asomó la crisis, aumentada y multiplicada a través de la tubería de la televisión autonómica, por donde el Valencia y el Villarreal, incorporado a la elite con un Roig al frente, ingresaron millones de euros mientras que al Hércules y al Elche, que apenas volaron por las alturas, les cayeron migajas. Y ahora que truena, quienes aparecen en la foto, bajo el aguacero y como villanos, son los de aquí. Otros, que se llevaron más, han sabido quedar mejor. Casi, casi como reyes.

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