Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mercedes Gallego

¿Presión mediática o arterial?

Todavía con el cuerpo aún caliente, los compañeros de partido de Rita Barberá, esos que no tuvieron pudor en arrimarse a ella en los tiempos en que los votos le caían del cielo como un maná pero a la que habían arrinconado y abandonado cuando el apoyo cejó y el olor a podrido llegó hasta Madrid, esos otrora colegas y amigos para (casi) siempre, se apresuraron ayer a buscar a quién responsabilizar de su muerte. Dado que perro no come perro y que no hay mejor remedio para la mala conciencia que apuntar hacia otro lado, ahí estábamos los periodistas como blanco de todos los ataques de los populares cual si fuéramos más nocivos para el corazón que el tabaco, el alcohol o el colesterol y como si la presión mediática fuera más letal que la arterial.

Sin cortarse un pelo, de «cacería injustificada» habló ayer el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, Jesús Posada, mientras que el coordinador del PP catalán, García Albiol, afirmaba que se había «machacado excesivamente» a la exalcaldesa de Valencia y abogaba por «poner determinados límites al ensañamiento». Él, que como todos sabemos, nunca se ha ensañado con nadie. Ni siquiera con los inmigrantes.

En la misma línea, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, lanzaba la frase lapidaria de que «cada uno tendrá sobre su conciencia lo que ha hecho y ha dicho (...) las barbaridades que le han atribuido sin ninguna prueba ni justificación». Como no creo que el ministro se refiera al juez de Valencia que, viendo indicios de delito en la actuación de la senadora, mandó su exposición razonada al Supremo para que se le tomara declaración, sólo queda concluir que se debe estar refiriendo a quienes informamos de esa actuación judicial. Para completar la embestida, una asidua a las redes como es la exalcaldesa de Alicante Sonia Castedo escribía: «una menos a la que humillar, criticar, martirizar...», aunque sin precisar, eso sí, quién lo hacía. «¿Cuándo se darán cuenta muchos de que los políticos también son personas?», se preguntaba la exregidora. Como si no tuviéramos tan claro eso como que la muerte iguala, pero no hace tabla rasa con lo hecho en vida. Y que cuando ésta es pública no se puede sustraer al control de los medios de comunicación. Al menos en democracia.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats