Se acabaron los calores. La frescoreta alicantina me obliga a emigrar. Necesito, como el bíblico rey David, ya anciano, una sunamita que acomode mi temperatura corporal y remedie los tiritones. Tengo que dejar el resguardo del olivo y refugiarme en el «caloret» del radiador como si de una Rita cualquiera se tratase y estuviera en las Fallas valencianas.

En el colegio, frente a mi casa, acaban de poner el Aleluya de Leonard Cohen para que disfruten los niños y los vecinos. Me encanta esa canción aunque me gusta más el Pequeño vals vienés, una obra de arte en complicidad con García Lorca. Me gusta Cohen, me gusta Dylan, me gusta Aute, pero? el poeta urbano esencial -a pesar de su mal genio y su antipatía rampante según dicen- es Sabina: «Me acuso de morirme sin tu boca. Confieso que, desde que me has dejado, solo bailo en las fiestas donde tocan la música del vals de los ahorcados». Inimitable metáfora de una devastación amorosa.

Entre la música de Cohen y Sabina, tengo la televisión encendida sin sonido por si veo alguna novedad en las imágenes aparte de lo sabido: uno se lo ha llevado crudo, otro no sabe nada, otro creía que eso no era delito y uno más que pasaba por allí.

Me sobresalta un titular indignante: Una señora -pobre, que todo hay que decirlo- ha muerto asfixiada en su casa. Se ha declarado un incendio ocasionado por una vela. No era una vela de cumpleaños. Tampoco una vela de cena romántica ni de adorno elegante. Era una vela de miseria porque le habían cortado la luz. A sus ochenta y un años necesitaba una vela pobre para no darse topetazos con los muebles a oscuras.

Me avergüenzo de pertenecer a un género humano que paga siete millones de euros anuales a jerifaltes de compañías eléctricas -en algún sitio he leído que los hay que ganan cuarenta y siete mil euros diarios- y corta la luz por impago a una mujer sola, pobre y con ochenta y un años.

¿Van a solucionar algo de eso los socialistas? ¿Esos a los que durante la campaña, mientras pedían el voto, se les llenaba la boca prometiendo luchar por los más desfavorecidos? Noooo. Los socialistas están en su propio incendio.

Todas las políticas de izquierdas que prometían, el dar la cara por los que menos tienen, las mejoras salariales -tampoco se trata de que todos cobremos cuarenta y siete mil euros diarios, que no hay que abusar-, el incremento de las pensiones, etcétera, han quedado relegadas al baúl de los recuerdos que se intenta olvidar.

Los socialistas -solo tengo que ver a los portadores del incienso, un tal Cornejo por ejemplo, que siguen de manera pertinaz a la señora Susana- andan enredados en el incendio autoprovocado y que va a dinamitar a su partido en los próximos lustros. La tanqueta del valle del Guadalquivir, intentando auparse, persigue una política de tierra quemada, de no dejar enemigos vivos, mientras habla de costuras y de remiendos que no se ven por ningún sitio.

No milito en el PSOE ni me pienso apuntar, Dios me libre, pero puedo dar nombres que conozco a fondo.

La señora Susana -esta mujer no será jamás presidenta del Gobierno y no pretendo reeditar la maldición de Ateyo- ni desde el punto de vista intelectual, ni desde el punto de vista moral-político, ni de capacidad de trabajo ni de currículum, le llega a Pérez Tapias ni a la altura del zancajo. Pues bien, ahí la tienen, manejando hilos para ningunear y cargarse a la única corriente crítica que ha mantenido la dignidad de los que dicen ser de izquierdas.

La señora Susana -habla mucho de los españoles y de España, pero solo le importa su sillón y su futuro- maneja a una gestora títere para aplicar el régimen disciplinario a quienes no actuaron borreguilmente y se negaron a comulgar con ruedas de molino, afirmando que era maravilloso lo que unas horas antes había sido nefasto.

Sumelzo, Meritxell Batet -no sé si pariente de aquel gran general Domingo Batet, fusilado por Emilio Mola por ser fiel al gobierno legalmente constituido- y otros diputados díscolos, ya están sufriendo en sus carnes la presión del aparato al más puro estilo estalinista. Ellos, que de marxistas no tienen ni el nombre porque no saben lo que eso significa.

Margarita Robles. Me honro de haber trabajado con ella y le vale lo que a Pérez Tapias. Ni a la altura de la alpargata le llega la tal Susana que es una mera creación -equivocada- de Chaves, Griñán y Felipe. Me apena ver a González en el papelón que está haciendo, comprensible porque con los años todos perdemos facultades en la cabeza y en todas las demás partes del cuerpo. Los socialistas están apagando muy mal el incendio que han organizado. ¿A individuos como Hernando voy a votar yo en las próximas elecciones? No insulten la poca inteligencia que me queda, si es que alguna vez tuve alguna.