Una casa, un encuentro amistoso y un conflicto al que se le saca punta hasta el final. Las razones de la discusión pueden ser un cuadro en blanco (Arte), la pelea de un par de chicos (Un dios salvaje) o las diferencias culturales y sociales (Invencible)? Las asperezas en las relaciones se desbordan progresivamente, como también ocurre en Los vecinos de arriba, la primera pieza teatral del director de cine y guionista Cesc Gay. En este caso, las discusiones y los reproches guardan relación con un matrimonio en crisis y la visita de una pareja abierta en asuntos sexuales. El sexo es un socorrido tema que suele hacer cosquillas a muchos. Esta entretenida comedia ofrece apuntes, réplicas y contrarréplicas ingeniosas y más vulgares, o algunos golpes forzados para llamar la atención del público. Las dificultades matrimoniales construyen una partitura siempre en boga. Aquí se desatan más aún por la llegada y la propuesta de los dos del piso de arriba, ya que, para ellos, el intercambio de parejas y el sexo libre o en grupo son frecuentes. Eva Hache y Xavi Mira, los mosqueados anfitriones, sacan a la luz sus taras y ella se rebela. Los otros, el bombero y la psicóloga, María Lanau y Andrew Tarbet, el apaga fuegos y la especialista, actúan con frescura, sin maldad y alejándose de estereotipos fáciles, un acierto de Cesc Gay por no caer en esa ridícula tentación. Hache tiene ciertas limitaciones interpretativas. Esto no es lo mismo que El club de la comedia. Pero todos responden bien, haciéndose dueños de la situación y de sus respectivos papeles durante una hora y veinte minutos sin pausas, con agilidad y gran coordinación de los cuatro, mérito de los intérpretes y de la dirección de Gay. La sencilla construcción teatral se mueve en el marco de una detallada decoración realista, en la línea de esas series de televisión con estilo similar, que tienen una afición fiel. No falla en estas ocasiones. La obra propone flexibilidad en las actitudes y necesidad de cambios personales. Si pueden vean el filme Bob, Carol, Ted y Alice? El regocijo de la concurrencia, aunque tardó un poco en aparecer, apareció evocando las risas enlatadas de la tele. Y lluvia de aplausos en el coliseo alicantino.
