La planificación es una palabra poco apreciada en el ámbito de la política, de la administración y en el de la empresa en general, porque obliga a trabajar. Mientras en España decir que te dedicas a la planificación obtiene burlas inmediatas, en Alemania es una cualidad sumamente apreciada. Su ausencia provoca hoy que sesenta jóvenes que acuden al centro de educación especial Santo Ángel, en el alicantino barrio de Tómbola, se vean obligados a comer en las aulas porque tienen obras en el comedor. Ahora, en pleno curso escolar. Durarán un mes y medio, con lo que ni siquiera se han planteado dejarlas para las vacaciones escolares de Navidad, porque son solo quince días. Los técnicos de la Conselleria de Educación podrían haber optado por acometer la obra el pasado verano, o el próximo, ya que el problema lleva años en el centro y los padres no lo consideran algo urgente tras la intervención de urgencia que se realizó el pasado curso. Hacer las obras de los centros educativos en verano habría exigido un leve ejercicio de planificación, esa maldita palabra que tanto nos deja en evidencia.
