Cualquier militante o directivo de un partido político que no se haya dado cuenta que los votantes españoles exigen que las formas, usos y costumbres en la elección de sus candidatos a los distintos puestos institucionales, e incluso de sus propios dirigentes en los partidos tienen que cambiar; deben de salir de las cavernas.

En nuestra Comunidad Autónoma, la concentración en el poder al frente de las diputaciones provinciales de los máximos dirigentes provinciales del Partido Popular no ha dado buen resultado (ver noticias de tribunales).

No quiero posicionarme de manera absoluta en contra de esta concentración de poderes, ya que en algún caso puede funcionar. Pero el reciente triunfo del PNV en las elecciones vascas, hecho que casi ininterrumpidamente se da allí desde el año 1980, con un claro modelo de diferenciación entre el lehendakari y el máximo dirigente del partido, avala que la separación de poderes entre los máximos dirigentes de los partidos y los máximos representantes de las instituciones funciona bien y «huele» mejor.

Los sistemas de primarias, en cualquiera de sus formatos, para elegir a los mejores candidatos a las distintas instituciones y, elecciones limpias y abiertas para los puestos destacados en las estructuras orgánicas de los partidos, tienen un «aroma más mediterráneo» que me gusta mucho más, por la luz que implícitamente trasmiten a los ciudadanos, que los tradicionales nombramientos hechos por «cavernícolas en sus tradicionales y trasnochadas «cavernas».

Pero puedo ser más claro. Usar a una institución como la Diputación Provincial de Alicante, que ejerce el gobierno provincial tal y como se establece en el título VIII de la Constitución Española, concretamente en el artículo 141.2, y pretender que su líder, además de representarla institucionalmente, atienda las peticiones de los 141 alcaldes y unos 1500 concejales y, además se ocupe de los 70.000 militantes del Partido Popular en la provincia es propio de formas de hacer política que deben de pasar a estar en desuso. Sobre todo cuando además las relaciones entre presidente de la Diputación de Alicante y presidente del Partido Popular de Alicante, hasta donde yo sé, son magníficas.

El modelo que el PP ha tomado en Alicante tiene que funcionar mejor sin ninguna duda. Cada responsable está a lo suyo, los ciudadanos no sienten ningún miedo a que un responsable institucional «gaste» su tiempo, el tiempo que le pagan todos los ciudadanos, en asuntos del partido, que son asuntos solo de un pequeño porcentaje del total de los ciudadanos.

Mi posición sobre la separación entre el poder institucional y el poder dentro de los partidos ha quedado clara. Pero si los habitantes de las cavernas no buscan esta concentración de poder como asunto meramente ideológico, sino lo que buscan es mover a alguien de la silla que ocupa, lo tienen muy fácil. Deben de salir de las cavernas, apoyar los sistemas limpios de elección de candidatos a cargos de representación mediante primarias y presentarse a ellos, si creen que tienen un buen proyecto que ofrecer a los votantes y a los militantes de su propio partido.