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Joaquín Rábago

El escándalo turco

Decenas de miles de personas han sido detenidas o suspendidas de sus empleos en Turquía desde el fallido golpe militar de julio en ese país.

¿Se imagina el lector cuál habrían sido las reacciones de los gobiernos y los medios de comunicación occidentales si todo eso hubiera ocurrido, por ejemplo, en la Rusia de Putin?

Pero Turquía es nuestro aliado en la OTAN, un aliado imprescindible en vista de la situación de Oriente Próximo, y además hemos firmado con Ankara un acuerdo un tanto vergonzoso en materia de refugiados.

¿Cuando todo eso está en juego, qué nos importan las denuncias que hacen organizaciones como Amnistía Internacional o Reporteros sin fronteras sobre las continuas y gravísimas violaciones de los derechos humanos en ese país.

Algún editorial en la prensa germana hablaba de que va siendo hora de que los gobiernos europeos saquen las consecuencias de lo que allí ocurre y no deje a Turquía ninguna esperanza de ingreso en la UE.

¡Cómo si realmente hubiera podido el pueblo turco hacerse antes la mínima ilusión al respecto!

Comentaba recientemente el filósofo Jürgen Habermas, y creo que tiene razón, que si Occidente hubiese tratado a su tiempo de otro modo lo mismo a Rusia que a Turquía, las cosas tal vez habrían seguido un rumbo distinto.

Pero se obró como se obró por presiones de unos y de otros, y ahora tenemos a dos autócratas nacionalistas al frente de esos dos países de la periferia europea.

Y en Turquía, que es la que hoy nos ocupa, vemos cómo cada día que pasa, aumentan las medidas represivas del régimen también contra la prensa, a la que se trata de doblegar o silenciar.

Esta misma semana fueron detenidos doce colaboradores del diario "Cumhuriyet", prácticamente el único todavía crítico que quedaba y cuyo director, acusado de formar parte de una organización terrorista, fue objeto recientemente de un intento de asesinato.

Su único delito fue revelar en su periódico que los servicios secretos turcos habían entregado armas a extremistas islámicos en Siria, algo que motivó la ira de Erdogan: "Quien publicó eso lo pagará caro", dijo el autócrata.

Los periodistas de "Cumhuriyet" ahora detenidos están acusados de apoyar al Partido de los Trabajadores de Kurdistán y simpatizar con el movimiento de Ferthullah Gülen, clérigo islámico que vive exilado en Estados Unidos y al que Erdogan considera inspirador del golpe militar.

Acusaciones falsas, según muchos, ya que ese periódico, fundado en 1924 por un íntimo de Attatürk, fue precisamente uno de los primeros en informar de los supuesta infiltración de los gülenistas en las instituciones del Estado turco.

Cualquier pretexto, cualquier mentira, por burda que sea, vale para silenciar a los críticos, y ya son más de 160 los medios cerrados y más de 130 los periodistas detenidos desde la intentona golpista.

¿No se merecen todos ellos, y todos los demócratas turcos, nuestra solidaridad? ¿Por qué tanta tibieza de nuestros gobiernos?

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