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José María Asencio

Rufián y su mundo

PSOE, PP, C´s y PNV, tres cuartas partes del Congreso levantados frente a la estupidez, la injusticia y la demencia de un ser, Rufián, de ERC, cuya lengua, lo único que ha trabajado en su vida carente de experiencia laboral alguna y siempre a costa de los impuestos de los demás, vituperó a lo mejor de nuestra historia, a aquellos que construyeron un sistema constitucional que nos ha permitido vivir una experiencia en paz y en progreso que a él, lleno de odio y rencor inexplicables, le molesta. Ese aire de superioridad de una estúpida izquierda que denigra a la izquierda, esa prepotencia sin más base que su autocomplacencia en un discurso vacío de argumentos e hiriente, únicamente se justifica en una soberbia que debe ser remediada por quienes no deben tolerar en silencio los insultos de quien se cree inteligente, pero cuya inteligencia se alimenta solo de las excrecencias de la razón y la simplicidad argumental.

Los aplausos de Podemos reflejan su decadencia y desorientación ante una revolución que no ha llegado y se les escapa de las manos a la par que sus añoranzas de regímenes en los cuales presumen que harían efectivas sus banales promesas, aunque sin duda excluyendo cualquier atisbo de inteligencia disidente. Basta ver sus referentes para comprender la farsa.

Está de moda y algunos se complacen en esta deriva mental, en criticar el que llaman Régimen de 1978, al que contraponen la caduca dictadura del proletariado aunque no la mencionen, porque tampoco saben la mayoría qué significa y dónde se frustró su idealizada e injustificada exaltación. Y en esta labor furiosa que identifican con derrumbar todo para construir sobre los débiles cimientos de su destrucción, personajes cuyo mérito principal consiste en vestir con camisetas de colores en lugares inadecuados para ello, vierten sus entrañas insultando a varias generaciones, las de sus mayores, gracias a las cuales algunos, incluido Rufián, han estudiado y otros han vivido alegremente en sus algaradas mientras sus progenitores les pagaban sus dicterios y pancartas.

Era de esperar que saltaran ante tamaña cantidad de improperios de un sujeto que bien haría en trabajar alguna vez para saber lo que es el esfuerzo y que los charnegos -que somos muchos, pues muchos somos los que tuvimos que emigrar de niños-, hemos trabajado de sol a sol sin que nadie nos amargara la existencia con palabras soeces y cargadas de miedo y odio. Ilusión, esfuerzo, ánimo de convivir y respeto nos fueron inculcados por esos que él quiere menospreciar anteponiendo a los que considera héroes, los del tiro en la nuca, los de los mil muertos para nada, tan poco curtidos en el trabajo como el propio Rufián. Que Bildu sea legal es admisible, pero que pretenda convertir a los asesinos en héroes, solo se explica desde la decadencia moral de los nuevos ilustrados de la miseria ética, los jóvenes envejecidos que no vieron los muertos ni oyeron las explosiones y que confunden un golpe de Estado con el ejercicio de la democracia que no respetan. Una juventud que bien haría en recuperar el esfuerzo frente a los que le venden el gratis total, una mentira que les pasará cuentas una vez comprueben los golpes que la vida les va a dar.

No es de recibo que este tipo de personajes, que solo ofrecen miseria, puedan ser algo en un país que se tiene que construir con esperanza y labor, no con aparentes ingenios de quien ni siquiera es capaz de la ironía, de la sutileza verbal. Tampoco yo lo hago en esta ocasión, no mido mis palabras, repletas de indignación aunque colmen el ego morboso de personaje tan tétrico y de sus aduladores. Porque, estoy seguro, a este excelso diputado y a quienes tiemblan de placer con sus dicterios, les agrada ser insultados con tal de tener su nunca imaginable minuto de gloria. No mereciendo la que proviene del bien y la corrección, se conforman con las migajas de la desesperación y la indignación de quienes, desde la honestidad, solo pueden quejarse de tan elementales sujetos.

Que un personaje de tan escasa empatía pueda representar algo y que los ciudadanos le voten, merece un análisis de hasta qué punto esta sociedad, su educación y valores han cambiado. Mucho hemos jugado con la escuela puesta al servicio de intereses partidistas; al final tenemos lo que nos merecemos.

Me detengo a pensar qué hubiera sucedido si Pedro Sánchez hubiera conformado un gobierno con estos partidos y sujetos. ERC y Rufián. Bildu. Y la comparsa emocionada ayer de Podemos e IU. Pedro Sánchez ya lo ha dicho. Podemos es su aliado; ha dejado de ser populista para acercarse a su entendimiento de la sociedad de futuro próxima a sus convicciones, que por fin revela más allá de su «no» absoluto. Y los independentistas, los de Rufián entre otros, personas que defienden con la palabra ideales hermosos que él asume íntegramente. Aunque parte de la militancia llore por las esquinas, nos hemos librado de una pesadilla con consecuencias imprevisibles.

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