Ni ahora ni nunca mientras nuestro sistema político esté basado en la democracia representativa. Pero, además, no lo rodeo para protestar contra la más importante institución de la nación, principalmente porque en él reside la soberanía nacional: el pueblo soberano mediante unas elecciones libre y democráticas elige con sus votos a sus representantes para que gobiernen y legislen según su leal y saber entender. Porque sus decisiones se toman por mayoría, que en democracia es la base para poder funcionar en cualquier organización o institución. Porque las minorías que no participan de la opinión mayoritaria, tienen que ganar sus planteamientos en los comicios, no en la calle mediante algaradas. Porque las manifestaciones en democracia deben ser pacíficas, y por tanto nunca convocadas mediante lemas y consignas que definen a una votación democrática y constitucional en el seno del Congreso como «golpe de Estado» o «ante el golpe de la mafia, democracia», y otros de parecido contenido de grafía violenta. Porque el respeto al adversario político es uno de los principios fundamentales para que un sistema político funcione. Porque la razón y la verdad no son propiedad de ideología, partido o movimiento alguno.

Porque las Cortes Generales, Congreso y Senado, son inviolables, artículo 66.3 de nuestra Carta Magna. Porque en la anterior convocatoria de la misma plataforma inspirada en el movimiento socio político que derivo del 15-M, una importante parte de los manifestantes intentaron llegar por la fuerza a las puertas del mismo Congreso, contraviniendo las leyes y provocaron una batalla campal con las fuerzas de orden público que impidieron sus aviesas intenciones. Porque el líder de Podemos, ante la paliza que unos «manifestantes» propinaban a un policía, declaró en su momento que a él le emocionaba tal actitud.

Porque el 15 de diciembre de 1976 el pueblo español en referéndum aprobó mayoritariamente la Ley para la Reforma Política por un 94% de votos a favor, porque el 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas, porque el 25 de junio de 1977 el Comité Central del PCE rechaza el modelo socialista soviético, porque el 31 de octubre de 1978 se aprueba en Congreso y Senado el texto constitucional, porque el 6 de diciembre de 1978 se aprueba en referéndum por el pueblo español la Constitución con un 91% de votos favorables, y sobre todo porque en un aciago 23 de febrero de 1981, un abyecto guardia civil llamado Tejero, apoyado desde fuera por otros militares, intentó dar un golpe de Estado secuestrando a los diputados que en sesión plenaria se disponían a votar la investidura de un nuevo presidente de Gobierno. Por todo ello, nunca rodearé el Congreso de los Diputados, institución que debería ser respetada por todo español que crea en la democracia.

La Constitución española de 1978, además de ser la más longeva de todas es también la única votada por todos los españoles. Nuestra Carta Magna, es la expresión viva y estable del mayor acuerdo de convivencia y concordia que nunca tuvo nuestro país, terminando con los desencuentros atávicos y permitiendo que el Estado de Bienestar sea un hecho incontestable en nuestra sociedad, además de consolidar a España en Europa como socio indispensable para el futuro de la Unión.