Estoy pensando en esa escena de La vida de Brian, la película de los Monty Python, en donde el prefecto de la provincia romana de Judea, Poncio Pilatos, habla de su amigo Pijus Magníficus hasta provocar la risa incontenible de su tropa por tan extravagante nombre. Ante esa situación, Pilatos se revuelve condenando a uno de sus guardias a una muerte segura con las fieras en la escuela de gladiadores. «No consiento que nadie se ría cuando hablo de mi buen amigo Pijus Magníficus», dice el prefecto para hilaridad de su soldadesca.

Hilaridad produce nuestro actual alcalde, Gabriel Echávarri, cuando arremete contra todo aquél que le cuestiona por su falta de modelo de ciudad que en un sólo año le ha llevado a oscilar como un péndulo en el asunto de la libertad de horarios comerciales. Ha pasado de cerrar el comercio de Maisonnave los domingos, para después propugnar «abrirlo todo»... y, a continuación, llegar este martes al Consejo Local de Comercio para defender el modelo de liberalización comercial en la avenida de Maisonnave implantado por el Partido Popular en 2013. El mismo plan que hace tres años apoyé junto al resto de mis compañeros de gobierno municipal. Ni el amigo de Pijus Magníficus llegó a tanto.

Dice el refrán que para ese viaje no hacían falta esas alforjas. Un viaje de ida y vuelta, para volver al mismo sitio que hace un año, al acuerdo aprobado por el PP en el mandato anterior que por primera vez autorizaba a todo el comercio del centro de Alicante abrir en domingos y festivos.

Durante el camino ha habido de todo. Entre ellas, algunas cosas feas desde mi vivencia personal con el actual alcalde, y voy a intentar explicarme. Comenzaré citándoles el árido artículo 1.265 del Código Civil, que subraya que «será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo», y añado el 1.269 que señala que «hay dolo cuando con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho». O, lo que es lo mismo, cuando uno consiente engañado por el otro, el consentimiento es nulo, porque la buena fe se basa en esperar que el otro no te mienta.

Un buen día, Gabriel Echávarri me pidió el respaldo del PP para desbloquear su absurdo error de prohibir abrir el comercio de Maisonnave en domingos y festivos. Decisión que para mayor sorpresa fue apoyada por Ciudadanos. Entonces, el actual alcalde nos dijo a mí y a todos los alicantinos que quería liberalizar los horarios comerciales en la ciudad porque había alcanzado un acuerdo con el comercio y todas las grandes superficies. Le ofrecí mi mano creyendo sinceramente que lo que decía era cierto, y seguramente debí desconfiar. Debí desconfiar de quien con esa propuesta estaba traicionando a sus propios votantes a quienes prometió lo contrario en la campaña electoral que le llevó a la Alcaldía. Le perseguirá toda la vida esa frase, que se ha convertido en sinónimo de su traición a sus votantes, en la que se comprometía a cerrar Maisonnave los domingos «se pongan como se pongan». Y, «se pongan como se pongan» Echávarri hizo lo contrario de lo que prometió.

Admito que me equivoqué por confiar en quien no se debe. Me mintió y mintió a todos los que le escucharon, incluidos sus socios de gobierno, como se demostró cuando a los pocos días tanto comerciantes como el mismo director general de Comercio le desmintieron. Incluso esa mentira se ha vuelto a demostrar ahora que sólo ha abierto Maisonnave al carecer de los acuerdos que nunca tuvo. En definitiva, no tenía ningún pacto ni con comerciantes ni con grandes superficies. Y, como un error no se repara mintiendo, le retiramos cualquier apoyo en su solitaria aventura hacia ninguna parte.

Reitero que no obtuvo ningún acuerdo entonces, cuando aseguró tenerlo, ni este mismo martes lo consiguió de las grandes superficies cuando llegó al Consejo de Comercio con una propuesta que es la misma que fue aprobada por el PP en 2013: permitir la libertad comercial en Maisonnave. O, lo que es lo mismo, volver a la propuesta que mayor consenso suscita en la ciudad que es la aprobada en 2013 por el Partido Popular.

Por todo ello, cuando pienso en el Consejo de Comercio donde se ha aprobado la libertad de horarios en Maisonnave, que ya disfrutábamos desde hace años, no sé por qué se me viene a la cabeza esa escena del film de Monty Python: «¿Alguien más tiene ganas de reírse cuando hablo de mi amigo Pijus Magníficus?».