Algunos profesionales de la sanidad reconocen muy muy en privado que para estar al cien por ciento en su trabajo relativizan, desdramatizan y hasta bromean con cosas que si se enteraran los pacientes, les parecería de muy mal gusto. No lo hacen por maldad ni porque se tomen a risa su trabajo; al contrario, simplemente es que ellos ven a diario cosas que a nosotros no nos parecen normales. La imagen, en el refrigerador del Centro de Transfusión de la provincia, de una decena de cajas de fruta „con plátanos, peras y manzanas mezclados„, compartiendo espacio con las bolsas de sangre de los donantes entraría dentro de esa suspuesta «normalidad» que lleva al personal sanitario a hacer algo que al resto nos parece una aberración. Se requiere de una explicación más allá de un supuesto «error», porque ellos y nosotros sabemos que no es tal. El pretendido «error» es tan frecuente que ha sido posible captar esa esperpéntica imagen de tal volumen de fruta (¿esterilizada?), en cajas (¿esterilizadas?), en un lugar que presumíamos con unas estrictas medidas de temperatura, seguridad e higiene. El daño que tal inconsciencia provoca es inconmensurable. A ver qué paciente a partir de ahora acepta sin reparos una transfusión.
