Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con Tabú, televisión de autor firmada por Jon Sistiaga, el medio ha vuelto a alcanzar la excelencia. Tan encandilado me han dejado las tres entregas emitidas dentro del ciclo dedicado a la muerte, que solamente echo de menos, para que la inmersión fuese todavía más completa, haberlas visto en la pantalla de un cine dotado con la tecnología más sofisticada. A la manera en que Jordi Évole ha decidido estrenar Astral, la primera entrega de Salvados de esta temporada. O a la manera en que Paolo Sorrentino presentó hace unos días en Madrid los dos primeros capítulos de los diez que componen la serie El joven Papa. Y es que cuando la narrativa audiovisual acaricia semejantes niveles de sofisticación, las pantallas instaladas en el salón de casa, por modernas y actualizadas que sean, nos saben a poco.

Tabú, haciendo honor a su título, afronta temas que casi nadie se atreve a encarar de frente. O que, de hacerlo, corren el peligro de ser convertidos en espectáculo. Como ocurre con cualquier asunto que aborde la televisión, tan pendiente de las audiencias, tan propensa al espectáculo.

En cierto modo choca que un canal como #0, el del «jijijaja» de Ilustres ignorantes, Loco mundo, Pool Fiction, Spoiler o Late Motiv, haya impulsado un artefacto tan serio y tan grave como Tabú. No es contradictorio. A fecha de hoy, #0 es un laboratorio de la mejor televisión que se realiza en nuestro país. Sea en humor o en reportajes. De ahí que tengamos tan altas las expectativas en el terreno de la ficción, que veremos el año próximo. Tabú es un viaje iniciático. Un viaje que golpea, que conmueve. Un viaje que puede doler. Pero que merece la pena transitar. Televisión inmensa en definitiva.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats