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Los riesgos del pacte del Botànic

Al final, la maniobra urdida por los barones del PSOE, entre ellos el presidente Ximo Puig, para acabar con el mandato de Pedro Sánchez ha terminado reducida al debate que ya estaba sobre la mesa durante los últimos días: la posición que acaban tomando los socialistas para entregarle o no el gobierno de España a Mariano Rajoy. Lo confirmó el presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, después de la primera reunión del nuevo alto mando socialista. Y lo ratificó Puig que, a día de hoy sigue manteniendo el «no» a Rajoy, aunque apenas 24 horas después de consumarse la revuelta en Ferraz ya dejó un resquicio abierto para un cambio de postura: se mostró partidario de que, como mínimo, se abra ese debate en las filas socialistas. El jefe del Consell no quiere otras elecciones pero tampoco está dispuesto a avalar a Rajoy. Le generaría un gravísimo problema. ¿Con qué cara se presentaría el presidente en Madrid a reclamar la financiación o más inversiones si sus diputados favorecen por acción u omisión la investidura del número uno del PP? Todo un problema y un riesgo más que debe afrontar Ximo Puig.

La cuestión, en estos momentos, por tanto, es quién es el guapo que sale a defender el aval -vía abstención o voto a favor que al final es lo mismo- para aupar al PP a La Moncloa, un escenario que genera desgarro y desazón a la tropa socialista. Al PSOE le va a a costar mucho justificar una decisión de ese calibre y Rajoy tampoco les va a ayudar: prefiere, ahora sí, unas elecciones para tener un grupo parlamentario más sólido y a Podemos al frente de la oposición. Un mes por delante -el plazo en el que se tiene que decidir si gobierna el PP o se convocan terceras elecciones- para agrandar la herida por la que se desangra minuto a minuto el moribundo PSOE. Podemos huele la sangre de los socialistas y, después del bochorno del pasado sábado en Ferraz, está intentando forzar esas terceras elecciones que, eso creen los morados, les llevarían al «sorpasso» y a tomar el mando de la izquierda en España.

El jefe autonómico de Podemos, Antonio Montiel, se ha sumado a una operación urdida por los suyos en Madrid con un disciplinado tacticismo pero sin tener en cuenta que la escena política valenciana, hoy por hoy, es completamente diferente a la de Extremadura o Castilla-La Mancha. Montiel amenazó a Puig con convocar a su ejecutiva de «urgencia» para revisar el Pacte del Botànic si los socialistas acaban cediendo ante Rajoy. El objetivo es atemorizar a los socialistas y conducirlos hacia esos comicios. Ocurre, sin embargo, que el tablero político la Comunidad no se mueve ya de forma mimética por los parámetros que marcan desde el laboratorio madrileño.

Antes de las autonómicas de 2015 el Consell llevaba dos décadas en manos de un PP lastrado por la mala gestión y manchado por la corrupción. Ese movimiento táctico de Podemos para cuestionar el acuerdo que sostiene a Puig agitaría la inestabilidad del Consell. Aunque sería también un riesgo para los morados. Se le podría volver en contra. Podría surtir efecto en el resto de España pero, sin embargo, tendría un impacto mucho más limitado en la Comunidad, donde el papel de Compromís como marca política territorial es clave. Es el socio principal de los socialistas y, además, ya se ha aprestado a dejar claro que mantener la alianza en el Consell es una prioridad. Compromís mostrará su malestar si, finalmente, los socialistas avalan a Rajoy pero no desestabilizará el gobierno. Todo lo contrario. Creen que es la vía para seguir ganando espacio al PSPV y presentarse como opción de gobierno frente a Podemos para ganar la hegemonía del espacio progresista en las autonómicas de 2019.

Con lo cual, esa jugada de Montiel tiene aroma de un movimiento de cara a la galería impuesto desde Madrid: ni puede hacer nada contra el Consell porque eso supondría, de inmediato, favorecer al todavía contaminado PP de la Comunidad; ni tampoco afecta a un gobierno que, aunque sea en minoría, está apuntalado por los socialistas y Compromís. Genera inestabilidad política pero es puro postureo. Le concedan los socialistas el gobierno a Rajoy o, finalmente, se celebren terceras elecciones. Y en ese caso está por ver que repitiera la alianza entre Compromís y Podemos en la Comunidad. Nadie en la formación de Mónica Oltra quiere ni oír hablar de otros comicios pero algunos cargos de la formación, ante esa tesitura, empiezan a hablar de la opción de crear un espacio propio también en unas elecciones generales. Otro riesgo para los socios del Botànic.

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