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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

El café de las 12

Surgió a finales de los 60 del pasado siglo. El café de las 12. Una reunión de amigos, en un principio, similar a la de tantos y tantos colegas que se reúnen a arreglar el mundo alrededor de una mesa. Y, sin embargo, el denominado «café de las 12», convocado por Alfredo Rojas Navarro tuvo su singularidad. Por su permanencia y por la distinta adscripción ideológica de sus componentes.

Tanto es así que Juan José Torres Crespo, concejal que fue del Ayuntamiento del municipio, logró el premio de investigación Faustino Alonso Gotor, convocado por la comparsa de «Estudiantes», por un trabajo que glosa la andadura de estos amigos a lo largo de casi cuatro décadas. Siempre a la misma hora, y siempre en las cafeterías del Paseo de Chapí. Cinco días a la semana, y doce meses al año, un día detrás de otro, durante 37 años. Hasta las postrimerías de 2004.

El gran milagro de estas citas del café de las 12, más allá de su permanencia, estribaba en que el grupo no era homogéneo ideológicamente. Unos eran de derechas, conservadores; otros eran de centro, liberales; otros eran de izquierdas, socialistas, marxistas. Unos tenían una profunda religiosidad y otros eran ateos o agnósticos. Pero todos hablaban y todos escuchaban. Había grandes dosis de tolerancia y sentido común que da la impresión de que en los tiempos modernos se están perdiendo. El objetivo del trabajo de Juan José Torres Crespo, además del propio homenaje a estos personajes, pasa por reivindicar el espíritu de la tertulia, la conversación y el diálogo. Por desgracia, vamos perdiendo la comunicación, somos esclavos del móvil y de las nuevas tecnologías.

Tuve la suerte de conocer de refilón la existencia de este café de las 12. Ya entonces me seducía. Pero con la que está cayendo, tener la ocasión de vivir algo así sería todo un privilegio. Una especie de patrimonio inmaterial de cada uno de sus integrantes. Que gozaron de lo inasible, lo más valioso. De su tiempo. De la amistad compartida. De la complicidad y la lealtad. Quién tuviese la oportunidad de gozar de un café de las 12 así, a modo de seguro de vida, a perpetuidad. Quién viviera, durante 37 años y hasta el ocaso de sus días, semejante dicha.

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