La Unión Europea se encuentra en una crisis existencial», ha sentenciado Jean Claude Juncker en el Parlamento Europeo, en el arranque del discurso de la Unión que pronunció el presidente de la Comisión el pasado día 14. En el mismo fija los objetivos que el gobierno permanente de la UE aporta a la reunión informal de los 27 Jefes de Estado y de Gobierno -ya sin participación de Gran Bretaña- que ayer se celebraba en Bratislava. Lo que plantea Juncker es «Hacia una Europa mejor: una Europa que proteja, empodere y vele por la seguridad», profundizando en las diez prioridades que estableció la Comisión al comienzo de su mandato. Establece unos objetivos para los próximos meses y anuncia un Libro Blanco para la primavera con medidas que a largo plazo serían necesarias.

La libre circulación de personas, bienes y servicios y la paz en el continente son las mayores aportaciones de la Unión Europea para más del 55% de los europeos, de manera ininterrumpida desde 2011, según el Eurobarómetro de primavera, publicado en julio, que trimestralmente sigue la evolución de la opinión pública europea en conjunto y por países -los 28 y los cinco candidatos- y realizado en mayo, tras los atentados en París y Bruselas, la crisis de los refugiados, los acuerdos con Turquía, y antes del referéndum británico. Las aportaciones más positivas de la UE, tras las dos citadas, son: el euro y el programa Erasmus de intercambio de estudiantes, y la influencia de la UE en el mundo, para uno de cada cuatro o cinco europeos. Por debajo del 20% siguen como logros de la UE el poder económico, el sistema de protección social y la política agraria común.

Los temas con los que se muestran más de acuerdo los ciudadanos europeos son: la libre circulación de personas, mercancías y capitales (79%), el establecimiento de una política energética común (70%), que la voz de la UE cuenta en el mundo (68%). El sentimiento de sentirse ciudadano europeo (66%) es general en casi todos los países, incluida Gran Bretaña (53%), sólo en Italia, Bulgaria y Grecia está por debajo del 50%. Otros temas son estimular las inversiones (56%) a favor de la unión económica y monetaria con el euro como moneda (55% para los 28; que llega al 68% de los entrevistados en la zona euro, y casi la misma proporción en contra fuera de la zona); la inmigración se acepta dentro de la Unión (58%), pero solo un tercio acepta la exterior.

Las principales preocupaciones a que debe hacer frente la UE son la inmigración, el terrorismo, la situación económica, las finanzas públicas y el paro, por ese orden. La primera desciende mientras los demás aumentan. Cuando se pregunta por los temas a que debe enfrentarse «su país» el orden es el paro, la inmigración, la situación económica, el terrorismo, la sanidad y seguridad social y las pensiones. Cuando hablamos de las preocupaciones personales las prioridades son: el coste de la vida, las pensiones, el sistema de salud y seguridad social, la situación financiera del hogar, el paro y los impuestos. El sentimiento de mejora de la situación económica se ha frenado, un 57% define la situación económica como mala, y respecto al paro «lo peor está por llegar».

La confianza en la Unión ha crecido, pero sigue baja: sólo uno de cada tres ciudadanos confía en las instituciones y, aun así, sigue siendo mayor que la confianza que tienen en los gobiernos y parlamentos nacionales, aunque no sea ningún consuelo. La mitad de los europeos son optimistas respeto del futuro de Europa. Pero sólo un 38% piensa que su voz se tiene en cuenta en la UE.

El distanciamiento de los ciudadanos respecto a la instituciones nacionales y europeas y sus preocupaciones prioritarias es, en mi opinión, lo que Juncker define como «crisis existencial». La Defensa Militar Común que el presidente de la Comisión impulsa permite ganar en autonomía, y es empezar por algo prioritario para los países del Este de la Unión, además potenciará las inversiones industriales y era un tema frenado por los británicos. Claro que también frenaban la fiscalidad común, mejorar los sistemas de salud y protección social, la protección y lucha contra el desempleo, y los programas de inversiones de la Unión Europea. Son las prioridades para los ciudadanos. Como diagnosticó, Juncker en el discurso del año pasado: «No hay suficiente Europa en esta Unión ni suficiente unión en esta Unión». Pues eso.