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Mariola Sabuco

La prueba del nueve

Mientras la reina Letizia parece que suspira por que se forme un gobierno que permita a su familia desaparecer cuanto antes del suelo patrio para disfrutar de sus tradicionales vacaciones privadas de agosto, los líderes políticos se embarcan sin complejos en las suyas pese a no haber dado solución a los deberes que les pusieron los españoles. Fracasaron en el proceso de consenso tras las elecciones del 20-D y parecen empecinados en volver a hacerlo ahora tras las elecciones del 26-J, unos comicios que han servido de «prueba del nueve» para demostrar en esta división que los votantes tienen muy claro lo que quieren y que entre la oferta de posibles presidentes de gobierno que hay encima de la mesa, ninguno les entusiasma como para darle la llave de la Moncloa. Al electorado más maduro de la etapa democrática le toca sufrir los candidatos más inconsistentes y menos carismáticos hasta ahora conocidos, incapaces todos ellos, por lo que parece, de hacer sacrificios que vayan más allá de sus propios intereses y vanidades, o los de sus respectivos partidos. Los discursos de las últimas semanas asombran por la infantilidad de quienes, desde la seguridad que les da un elevado sueldo público garantizado tanto el 20-D como el 26-J, se enzarzan en rabietas que ellos mismos provocan en vez de ejercitar alta política. Aunque es evidente que el país puede permitirse el lujo de estar sin gobierno mucho tiempo, y hasta habrá quien considere que puede ser beneficioso a tenor de la capacidad exhibida por los protagonistas, no es serio ni recomendable. La imagen de España y de los españoles ha bajado muchos enteros. La corrupción, la inmigración y muchas de las tonterías que se dicen sin pensar en el eco internacional nos están dejando como escarnio en el vagón de cola donde se amodorran quienes tienen nula influencia internacional. Quienes salgan fuera del país comprobarán, para su vergüenza, qué piensan de nosotros alemanes, franceses e ingleses: asimilan España con un país de camareros. No en vano les hemos suministrado en el último lustro ingenieros, arquitectos y hasta médicos para cubrir tan digno puesto de trabajo. Si se encuentran con italianos, den media vuelta si quieren evitar una pelea. Ellos te escupen a la cara: «Spagna, merda».

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