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Rogelio Fenoll

Festivales

Hubo un tiempo en el que en la ciudad de Alicante se celebraban festivales de pop rock: el Low Cost, el Fivecc o el Mediatic Festival, por citar los más grandes. El FIVECC, que era un certamen de videoclips y música en directo, feneció cuando su principal apoyo, la CAM, comenzó su peculiar viaje a los infiernos. El Mediatic, tras varias ediciones en el Monte Tossal de la ciudad, emigró a Alcoy y a La Nucía, donde sus ayuntamientos los recibieron con los brazos abiertos. El Low celebró una primera edición en Alicante en 2009 y al año siguiente se instaló en Benidorm, donde no creo que lo suelten nunca: diez millones de euros de beneficio para la economía de la ciudad son suficientes razones. El festival ha ido creciendo con moderación hasta los 25.000 asistentes que se esperan cada día de este fin de semana, ha conquistado a un público joven para quien la ciudad turística era sinónimo de vacaciones para la tercera edad y, para envidia de otros, su presencia no genera botellones ni follones. Cuando esos festivales abandonaron Alicante no hubo ningún lamento desde el sector turístico, más bien al contrario, tan dados como somos a dispararnos en el pie. Ni los políticos ni los empresarios con mando de los últimos lustros, tan proclives a discursear sobre la necesidad de ofrecer algo más que sol y playa a los turistas, percibieron que los festivales eran un filón. No tenían más que mirar a Benicàssim, que va por la vigesima segunda edición del FIB, y cuyo modelo intentaron copiar después decenas de municipios turísticos. Este año la tendencia parece que se está invirtiendo, pero es un espejismo. El Spring Festival, que también huyó de Alicante a Torrellano, ha vuelto al puerto y, por azares de la vida, el Marea Rock se ha celebrado en la ciudad procedente de Ibi. Son festivales pequeños, que no alcanzan las 10.000 personas y que dejan un beneficio irrisorio. El de música de baile y pop se celebra en la terminal de cruceros y el de punk rock en un secarral a 35 grados junto a la autovía: en ambos se encapsula al público aislado de la ciudad. No es ese el camino ni el modelo. El Spring apenas genera beneficios para el turismo, más allá de la noche que pernoctan en hoteles los artistas porque es un evento de un día, y el Marea deja unos miles de euros en los hipermercados del polígono anexo. ¿Que si necesitamos un recinto para festivales? Posiblemente, pero, como a otras iniciativas, Alicante llega tarde, la sombra del Low ya es demasiado grande.

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