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Tomás Mayoral

Nadar contracorriente

Si no fuera porque es un consejo tan práctico y real que puede salvarte la vida, parecería una parábola existencial: no nade contracorriente porque no sirve absolutamente para nada. El miércoles, el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante daba una iluminada recomendación sobre el problema que el Levante ocasiona en el mar en forma de 'corrientes de retorno', que ya se ha llevado por delante a unos cuantos en este inicio de verano. Nunca hay que nadar contra esa temida resaca que nos lleva mar adentro casi sin enterarnos. Lo adecuado es, literalmente, dejar que te lleve, ir saliendo poco a poco de la corriente y, en cuanto se pueda, volver a la orilla. No siempre es posible, pero así se tendrá al menos una oportunidad. Si se nada contra la corriente, las oportunidades serán cero. Una muerte casi segura.

Eso es lo malo. De la resaca y de la parábola. Quien se enfrenta a esa corriente dominante pocas veces puede contarlo. Es como si el precio a pagar por salir del carril que tenemos o nos tienen asignado fuera siempre demasiado alto. Hace años morir de pie tenía mejor prensa que vivir de rodillas. Pero desde entonces la vida genuflexa ha adquirido tan variadas formas e incluso tan elegantes maneras que, en la medida en que vivir de rodillas significa vivir más y más tranquilo, sin enfrentarse a corrientes avasalladoras, hincarse de hinojos y aguantar el tirón ya no es un baldón irrecuperable. Tal vez hasta pueda ser visto como una inteligente manera de adaptar el consejo del Laboratorio de Climatología de la UA para la resaca: no luche en vano, espere su oportunidad.

Este conformismo permea nuestra sociedad. Freud buscaba lo que aflora de nuestro inconsciente de distintas maneras. Una de ellas era el chiste. Piensen en éste: "A Rajoy y al PP le han faltado tres buenos escándalos en sus filas para lograr la mayoría absoluta". ¿Le hace gracia? Enhorabuena, porque si usted tiene unos gramos de sangre fría aguantará bien ese tirón mar adentro de la resaca. Entenderá que en este momento poco más puede hacerse que aguantar la situación y esperar. Si le enfada, no le auguro mucha fortuna en su próxima experiencia acuática cuando el Levante solivianta al Mediterráneo. Tiene usted todas las papeletas para ahogarse en su cabreo. Sin ningún resultado.

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