Lo dejo de salida claro y meridiano: soy partidario de la reapertura de Ràdio Televisió Valenciana. Somos el único territorio de Europa con una lengua propia oficial que no dispone de medios de comunicación propios para su difusión. No tengo ningunda duda. Pero, eso sí, no estoy dispuesto a que esa decisión sirva para volver a llevar esa cadena al desastre en la que la convirtió el PP: un caos financiero y económico, un «chiringuito» de colocación afines y un centro de agitación y propaganda política. La nueva televisión pública debe servir a los valencianos. ¿Cómo? Con una programación que vertebre la Comunidad, potenciando la cultura popular como punto central de la emisión, normalizando el valenciano, con una gestión ajustada a su financiación sin deudas y ofreciendo noticias de proximidad con profesionalidad y credibilidad. Y para eso no pueden volver a la «nueva tele» un buen número de todos los que estaban a sueldo de RTVV: ni «enchufados» ni manipuladores profesionales.
