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¡Bravo, señor Alterio!

Y se produjo el milagro. El broche de oro al final de una temporada interesante y poco comprendida en nuestro Teatro Principal, lo ha puesto un Actor con mayúscula: Héctor Alterio. Acabamos de ver lo que se entiende como una interpretación teatral antológica en el protagonista de la obra El Padre, de un joven francés llamado Florian Zeller, y que se está representando en medio mundo. Para describir la emoción que sentí al finalizar el espectáculo necesitaría muchas palabras, pero solo puedo dar las gracias a un actor inconmensurable que sin duda realiza el mejor trabajo de su ya larga estancia en España. El delicado tema del Alzheimer, convertido en ceremonia de la confusión en la vejez de nuestro protagonista, no debe desanimar a los amantes del buen teatro a ver esta obra, por desagradable o duro que resulte contemplar una realidad que puede afectar a cualquiera. Y ahí está el mérito de actor, humanizar al personaje en una situación crítica, acercándonoslo y haciéndonos sonreír a pesar de la dureza de la situación. Dificilísimo reto el de un papel de escaso texto y con omnipresencia durante toda la representación, con el que Héctor Alterio va bordando un encaje primoroso hasta terminar solo en un espacio blanco y vacío. Inenarrable. Y resulta increíble que la obra lleve solo tres o cuatro representaciones desde su estreno en Avilés hace unos días, dada la perfecta conjunción de todos los elementos que conforman el espectáculo, con unos magníficos actores de reparto que el autor coloca al servicio del personaje central. Y quien escribe, poco dado a exteriorizar sus emociones en público, no pudo evitar arrancar el primer «¡Bravo!» en la tarde del pasado domingo. El director de la obra es José Carlos Plaza, experto en la dirección de actores, muestra una vez más su sabiduría ya demostrada en numerosas ocasiones, y de quien «los grandes» (Concha Velasco, Ana Belén, Lola Herrera?) se deshacen en alabanzas tas haberse puesto en sus manos. En fin, un auténtico banquete que te reconcilia con el teatro. La obra arrancó en París la pasada temporada con la interpretación de un actor de mucho prestigio en Francia, Robert Hirsch, y ya se ha filmado una película con el título de Floride, interpretada por otro grande, Jean Rochefort (El artista y la modelo). No es difícil vaticinar una carrera gloriosa en la puesta en escena española, por la que el señor Alterio sin duda recibirá merecidamente todos los premios habidos y por haber en el panorama teatral español. En mi anecdotario personal figura el momento en que conocí a Héctor por lo señalado del día: el entierro de Franco una mañana de domingo de noviembre de 1975. El lugar, el salón del Hotel Rincón de Pepe de Murcia, ciudad a la que me desplacé para saludar a mi amiga María Paz Ballesteros, recién salida de la cárcel madrileña de Yeserías, donde permaneció injustamente encarcelada durante nueve meses; Nuria Espert incorporó a ambos actores al montaje de Divinas Palabras de Valle Inclán, que supuso otro gran éxito en la trayectoria de la actriz. Imaginen lo delicado de la situación en un momento tan difícil, contemplar el entierro del dictador junto a una ex reclusa por motivos políticos, y un reconocido y comprometido actor argentino que acababa de aterrizar en España huyendo de la represión del general Videla? Unos meses más tarde invité al Sr. Alterio para hablar sobre teatro en

La Perla. «El teatro es una extensión de la vida. El actor está mintiendo con la verdad. Si tienes que matar de verdad en un escenario, no matas de verdad pero tú sí estás trabajando con la verdad de una emoción. El teatro lo entiendo como pura emoción» (Ana Belén).

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