La Sociedad de Conciertos de Alicante concluyó su 44ª temporada con un soberbio recital de trompeta ofrecido por Francisco Gaspar Tomás López, ganador del XXX Premio de Interpretación. Un concierto muy bien compensado, con obras de Honegger y Berio en la primera parte donde el músico pudo lucir su técnica, y de Enescu y Böhme en la segunda, en las que primaron las melodías amables.
A la salida del Teatro Principal, la amabilísima Pilar Poveda me comentó lo extrañada que estaba al haberme visto tan poco durante este último ciclo. Es el síndrome de las 8 de la tarde, le expliqué. Todo se programa a las 8 de la tarde, estés aquí o en Madrid, y hay que elegir. Mis amigos del piso de estudiantes de 1980 creían que sería algo pasajero. Ya se cansará, pensaban, cuando me veían acudir con esa disciplina espartana (yo que apeé la palabra disciplina de mi diccionario) a las sesiones del Cineclub Chaplin en la CAM, a las funciones en el anfiteatro del Principal (en cuanto iba a empezar bajaba alguna que otra planta), a los recitales en el salón de actos de la Biblioteca del Paseíto Ramiro (aquellos del grupo Mezcla, en donde cantaba Juan Luis Mira) o los ciclos de cine clásico la última planta de la Torre Provincial.
Puede resultar inaudito, pero 35 años después, mis hábitos siguen siendo los mismos. Cada tarde, como mínimo, me alimento de una actividad cultural de cuantas se convocan en torno a las 8 de la tarde. Y antes y después, si el horario lo permite, encajo algunas más, como el visionado de las películas que me interesan.
Los menús de cada semana varían. Siempre es lo mismo pero siempre es distinto. Como ocurre ésta que nos ocupa. El lunes fue la trompeta de un villenense (nacido en la calle La Revoltosa y «co-propietario» de la casa natal de Chapí, sede de la comparsa de «Cristianos», de la que es socio desde que nació; ¿qué podía ser sino músico?); el martes, una mesa redonda en torno a las relaciones entre el cine y el teatro, con Paco Huesca, Paco Sanguino, Marc Llorente y Eloy Arenas en el Aula de la CAM; el miércoles la presentación del catálogo de la exposición Rodar en Alicante, a cargo de Kiko Mora en la Casa Bardín; el jueves en el MUA una charla de la profesora Virginia Rodríguez Herrero sobre el manga japonés; el viernes una deliciosa versión de La Hostalera en el Teatro Principal, al tiempo que Miguel Herrero Herrero estrena su Proyecto USA en los cines Panoramis y que Tamara canta con su alma de bolero en la CAM; el sábado la Misa Criolla de Ariel Ramírez por las Voces de Calpe y de la Escuela Europea, el carismático Héctor Alterio en el Principal, y a continuación la final del 17 concurso de monólogos en el Clan Cabaret; y el domingo una doble sesión de música barroca en el ADDA.
El lunes, en la Sociedad de Conciertos, estaban sus fieles. A la manera en que los «Descubre...» del Mubag de los miércoles tienen los suyos, el ciclo «Alimentando lluvias» de la Casa Bardín sus poetas, la Cinemateca y la Filmoteca sus abonados, el teatro Principal sus asiduos, el ADDA sus incondicionales, la Sede Universitaria su parroquia, o la presentación de un libro los siempre puntuales allegados al autor. Pero encontrar a alguien en la intersección de todo ello, que ejerza de ubicuo por puro placer, sin necesidad de ser gestor de la actividad, sin estar implicado en la organización, sin mando en plaza, y sin más aspiración que la de recibir el alimento espiritual de cada día, eso es bastante más complicado.
Ese soy yo. Ese es mi día a día en los últimos 35 años. Ahora ni siquiera me lo preguntan, pero cuando antes me cuestionaban adónde me llevaba todo esto, qué estaba haciendo con mi vida, respondía que lo importante no era la meta sino el camino. Echando la vista atrás creo que no podía escapar de mi destino: puro carpe diem desde que me conozco. Por cierto, que cuento con una agenda bastante cargada y prometedora hasta muy avanzado 2017. Aunque ejerza de quejica implorando tiempos mejores para la lírica.
